Un año ha pasado desde que en nuestro país se decretó la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19. En este tiempo es muy probable que muchos de nosotros celebremos el cumpleaños de manera virtual con la nostalgia del abrazo de los seres amados. Estos doce meses han transcurrido de manera vertiginosa entre cambios radicales en la movilidad, educación, trabajo, relaciones humanas, etc. En medio de toda esta transformación y mirando en perspectiva, nos damos cuenta de que existen varias constantes en todo este periodo, las cuales nos han acompañado en varias dimensiones de la vida.
La primera constante es el desafío. Las múltiples circunstancias por las que hemos atravesado como sociedad han representado un reto mayúsculo para cada persona, para los estudiantes teniendo clases virtuales, profesionales respondiendo a un mercado cambiante, familias adaptándose a un funcionamiento diferente y en general, la sociedad enfrentando las nuevas formas de los engranajes que nos sostienen. A todo esto, se añaden las dificultades que se viven por las pérdidas humanas que nos golpean y representan un desafío gigantesco sobreponerse a estas ausencias. La segunda es la creatividad. Este es uno de los elementos sobresalientes en medio de la pandemia, nuestros profesores adaptándose con creatividad a las formas virtuales, profesionales creando oportunidades en condiciones adversas, desempleados innovando con negocios, destaco a la CECE como un ejemplo importante de una comunidad disruptiva que ha propuesto nuevos modelos de hacer misión en un medio tan exigente como la Universidad. No queda duda que ante las dificultades que ha representado la pandemia, la creatividad se ha puesto de manifiesto en varios sectores y en todos los niveles.
Finalmente, la presencia de Dios ha sido la constante que, en definitiva, nos ha permitido seguir adelante. Sin su fidelidad y bondad sería imposible que pudiéramos encarar las dificultades que nos ha sobrevenido. El Señor ha sido quien nos ha guiado y capacitado para enfrentar este proceso, su mano nos ha confortado y su Espíritu ha soplado para que sigamos navegando en aguas turbulentas confiados en su perfecta voluntad.
Teniendo estos elementos en mente, quisiera que meditemos en un par de acontecimientos que relata el libro de Hechos, que es el libro en el que la CECE ha comenzado a adentrarse. En el capítulo 6 se nos muestra la figura de Esteban, quien era parte de 7 personas designadas para servir a las mesas, este hombre lleno de gracia y del poder de Dios, se destacó por las señales que hacía y la sabiduría con la que hablaba (Hch. 6:8 NTV). Algunos judíos de la sinagoga urdieron una trama para acusar a Esteban, lo que desembocaría en su muerte. A partir de esto una ola de persecución se desató a tal punto que los cristianos tuvieron que salir Jerusalén.
En Hechos 8:4 encontramos un pequeño resumen de lo que significó la crisis para estas personas: “Así que los creyentes que se esparcieron predicaban la Buena Noticia acerca de Jesús adondequiera que iban”. Las dificultades que se presentaron llevaron a que estos hombres y mujeres cruzaran fronteras, pero sin dejar de cumplir la misión de predicar las Buenas Noticias de Jesús. En los inmediatos relatos posteriores, tenemos testimonios de la forma en que el Espíritu Santo guío a las personas en esta migración para que expandieran el Evangelio en varias regiones.
De manera similar a estos primeros cristianos que enfrentaron dificultades, en la actualidad nosotros también enfrentamos obstáculos y desafíos. La pregunta es si estamos respondiendo a estas de la misma manera. En obediencia a la misión que tenemos, cruzando fronteras para alcanzar a otros y permitiendo que el Espíritu Santo nos guíe para elegir los caminos que hemos de transitar. Oremos al Señor para que nos ayude a seguir enfrentando los desafíos que la pandemia ha representado, con la perspectiva de seguir llevando la Buenas Noticias de Jesús a una sociedad golpeada y sin esperanza.
Daniel F. Macias
Desde los primeros años en mi vida universitaria, participé activamente en la CECE y actualmente sirvo como Secretario en la Junta Directiva. Me gradué en la Escuela Politécnica Nacional como Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones. Estoy cursando una maestría en Estudios Teológicos en Ministerios Latinos del Seminario Teológico de Palmer. Soy casado, tengo dos hijos, disfruto de tomar fotografías y jugar fútbol.