Continuamos con la serie de blogs: Reiniciar el Sistema. En la entrega anterior hablamos de nutrición, puedes leer el blog aquí. Con el desafío de la situación actual, es esencial que cada cierto tiempo reiniciemos el sistema. Hoy hablamos de nuestra salud relacional.
Somos creados para vivir en comunidad. Somos seres relacionales. Nos necesitamos unos a otros, y la Covid-19 ha traído desafíos muy grandes en cómo nos relacionamos. La virtualidad, el aislamiento, la falta de toque físico, nos ha marcado y es importante que reiniciemos el sistema de salud relacional.
En medio de la incertidumbre y la duración de la pandemia, es normal y esperable, que aparezcan algunos síntomas como ansiedad, tristeza, un desánimo profundo por largo tiempo, entre otros. En lo relacional podemos ver una tendencia a aislarse, sentir temor en la interacción con las personas, y podría percibirse a los otros de forma negativa y hasta con sospecha. Estamos retomando poco a poco las actividades presenciales, y hay que recordar que la pandemia aún no termina, seguimos respetando el distanciamiento y cada persona va a sentir diferentes niveles de comodidad frente a esto y hay que respetar y cuidarnos mutuamente. Es importante prestar atención a estas experiencias, reconocerlas y poner en práctica algunas herramientas para navegar en medio de estos cambios.
Estudios señalan que las personas que tienen vínculos interpersonales fuertes son capaces de enfrentar de mejor manera el estrés, tienen mejor salud y más altos niveles de bienestar. La relación con la familia, amigos, personas de la iglesia, compañeros de la U y con la CECE, ha cambiado. Tenemos nuevos retos y oportunidades para crecer, sostenernos y animarnos como comunidad.
Frente a esta realidad, es importante no caminar solos y queremos animar a ser intencionales en:
1. Formar una red de apoyo:
Saber que no estamos solos es clave en el bienestar de la persona. Todos nosotros necesitamos de otros para enfrentar situaciones difíciles y compartir también las alegrías. El capítulo 4 de Eclesiastés nos recuerda que dos son mejor que uno, porque disfrutan del fruto de su trabajo. Además, si el uno cae el otro lo levanta y ambos pueden resistir. Esto es muy palpable en nuestra realidad hoy. Hemos escuchado a varios estudiantes decir: “Antes me encerraba en mis problemas, no los compartía con nadie. Pero ahora ver el apoyo de amigos y confiar en ellos, ha cambiado mucho las cosas. Me siento más tranquilo”.
La red de apoyo ha de ser integral para atender las distintas necesidades: compartir alimento, escuchar, aprender, reír, llorar juntos. ¿Quiénes son parte de tu red de apoyo?
2. Escuchar con atención:
Todos tenemos que aprender a escuchar. Somos muy rápidos para hablar y en ocasiones nos olvidamos de escuchar. Una escucha activa que entiende, que pregunta, que no asume cosas, trae mucha sanidad. Aprendamos a hacer buenas preguntas, escuchemos con total interés a los demás, escuchemos para ser escuchados.
3. Nutrir nuestras relaciones:
Podemos mirar a nuestras relaciones como un jardín que hay que cultivar. Para esto necesitamos regar agua, poner abono, limpiar el terreno, y todo esto requiere de tiempo y paciencia. De igual forma nuestras relaciones interpersonales pasan por un mismo proceso. Es importante conocer y pasar tiempo con Dios, los otros, y nosotros mismos para formar relaciones fuertes y saludables. ¿Cómo estás nutriendo tus relaciones?
4. Ser flexible y adaptarse:
Es importante entender que los ritmos de vida han cambiado y así mismo las maneras de relacionarnos. Cada persona tiene su propia historia y todos procesamos nuestras vivencias y experiencias de una manera diferente. Por lo que una herramienta clave en este tiempo será la flexibilidad, esta nos permitirá observar y entender a los otros con una mirada de compasión, comprensión y apoyo. Desde el respeto y el amor, tendremos que seguir desarrollando nuestra capacidad de adaptarnos y nuevas habilidades de interactuar. No podemos presionar a que las cosas sean como antes, ya que todo ha ido cambiando y así mismo podemos crear nuevas maneras de seguir conectando con otros.
5. Ser responsable de mí mismo:
En lo relacional también es importante asumir mi parte. No puedo encargarme del malestar de otros sino del mío. Es necesario ser consciente primero de los límites, necesidades, emociones y pensamientos propios, para que, a partir de ser responsable con uno mismo, ser capaz de acompañar y ayudar a otros. Como cuando un bombero va a asistir a alguien en peligro, él debe estar seguro y a salvo primero.
Muchas veces quisiéramos solucionar la vida de otros o tal vez no estamos de acuerdo con su manera de actuar, de vivir o sus posturas. Mas no podemos salvar o cambiar en nuestras fuerzas directamente a las personas. Lo que si podemos hacer es acompañar y no forzar ningún proceso o relación y también practicar de manera activa la compasión a través de lo que somos llamados a hacer como hijos de Dios y esto es amar a otros como a uno mismo.
6. Disfrutar lo nuevo:
Estar abiertos a disfrutar de las oportunidades que nos ha traído este tiempo, no todo ha sido negativo. Seguimos desarrollándonos y relacionándonos a pesar de las dificultades, limitaciones, distancia y cambios. Hemos aprendido a relacionarnos aún a través de la pantalla, hemos encontrado maneras creativas de conectar y reunirnos. Por lo que te sugerimos que no permitas que las adversidades obstruyan tu mirada y tu capacidad de asombro, curiosidad, reinvención y abrazar lo nuevo.
En medio de las nuevas dinámicas relacionales, ¿Qué agradeces de la comunidad que te acompaña?
Teniendo en cuenta todos estos aspectos que pueden resultar muy útiles para reiniciar el sistema relacional, les invitamos a seguir reflexionando sobre esta área en su vida. También será válido reconocer si nuestro mundo relacional es un área compleja y necesitamos ayuda, acompañamiento o guía. Existen espacios como la iglesia, la CECE o profesionales de la salud mental que pueden guiar estos procesos. La Biblia nos anima en varias ocasiones a caminar acompañados, a animarnos y exhortarnos unos a otros, y nos recuerda que, aunque somos todos distintos, pertenecemos a un mismo cuerpo. Te invitamos a experimentar la riqueza de caminar los desafíos de la cotidianidad y la fe en compañía de una comunidad.
Tatiana Vera
Taty se graduó de Psicóloga Clínica, en la UDLA. Desde el 2021, sirve como Asesora Jr. en Quito. Me gusta mucho la música y cantar.
Andrea Utreras
Andrea se graduó de la UDLA, como Psicóloga Clínica. Ha trabajado como Asesora de la CECE, desde el 2018. Le encanta leer y correr largas distancias.