En la CECE hemos decidido estudiar este año el libro de Apocalipsis. Al elegirlo creemos que su contenido y mensaje son bastante pertinentes dada la naturaleza de nuestro trabajo en la universidad y los tiempos que estamos viviendo.
Para algunos, el libro de Apocalipsis puede llegar a ser un libro asombroso mientras que para otros puede considerarse un libro aterrador. La clave está en cómo leerlo, sin embargo, esto no es una tarea sencilla, pues requiere contar con ciertos elementos para el análisis, por ejemplo: entenderlo en su debido contexto, conocer las condiciones en las que vivía el pueblo y sobre todo comprender la intención del autor.
La tradición nos ha enseñado que este libro describe los sucesos del fin del mundo, dándole mucho énfasis a las imágenes, los números, los símbolos y los personajes. Fácilmente podemos llegar a la conclusión de que el contenido de este libro describe fundamentalmente la ira de Dios hacia la humanidad y el castigo que este aplicará sobre la tierra al final de los tiempos.
No muy lejano a esta realidad ha sido la trascendencia que el libro ha tenido y que ha motivado a distintas expresiones del arte, tales como: libros, series, películas, pinturas, entre otros, y el concepto más resaltado en todos ellos ha sido el mismo: describir cómo se acabará el mundo y todo lo que en él habita.
Pero en Apocalipsis, el sufrimiento, el terror y la desesperanza no tienen la última palabra.
El nombre “Apocalipsis” tiene un origen griego y significa “Revelación” lo que puede entenderse también como “poner al descubierto” o “quitar el velo”. Al ser un libro del género literario apocalíptico, se sugiere interpretarlo solo en ese contexto.
Juan Esteban Londoño se refiere a este libro como “una obra teológica en imágenes”. En su artículo titulado “Apocalipsis” (1) resalta el sentido por el cual se escribió el libro como “un llamado a las comunidades de Asia Menor a que tengan esperanza y resistan ante las amenazas y hostilidades que el Imperio romano y sus ciudadanos promueven contra los cristianos y otras minorías”.
Por otro lado, Juan Stam, en una entrevista para la revista Protestante Digital (2), sugiere leer este libro en “clave pastoral”. ¿Qué significa esto? Pues contrariamente a la manera en como lo hemos leído, debemos acercarnos a Apocalipsis comprendiendo las necesidades pastorales de su audiencia original.
El autor del libro, el apóstol Juan, da ejemplo de ello al dejarnos claro su intención pastoral en la escritura de este texto. (1:4 y 9). Juan conocía las situaciones que vivía su pueblo, las condiciones que había a su alrededor y las necesidades que estaban pasando.
Stam añade que “leído pastoralmente, Apocalipsis es un poderoso mensaje de esperanza, no de miedo. Como pastor, Juan habla de lo que afecta y preocupa a su congregación, en un lenguaje que ellos y ellas podían entender”.
Cuando leemos Apocalipsis, nos encontramos con aspectos difíciles de entender, sin embargo, para la audiencia original pudo resultar algo muy sencillo y fácil de asimilar. Cada uno de los símbolos e imágenes que allí se usan, eran muy conocidos para el pueblo, pues el autor sabía a quién les escribía y la razón por la cual lo hacía.
Mientras leemos Apocalipsis, debemos recordar este llamado a la esperanza que Juan le hizo al pueblo de aquel entonces: un pueblo que había experimentado el sufrimiento y la tentación de adorar a otros dioses.
En Apocalipsis, la esperanza es un tema fundamental y es la bendición de Dios que tiene finalmente la última palabra (22:21).
Desde su inicio, el libro nos anima a perseverar en las promesas que Dios ha dado a quienes confían en él a pesar de las adversidades. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía” (1:3)
Entonces, ¿Qué esperas para leerlo?
- Juan Esteban Londoño, (2015), Apocalipsis, Lupa Protestante, Recuperado de http://www.lupaprotestante.com/blog/apocalipsis/
- Juan Stam, (2014) Leamos Apocalipsis en clave pastoral, Protestante Digital, Recuperado de http://protestantedigital.com/magacin/14253/Juan_Stam_Leamos_el_Apocalipsis_en_clave_pastoral