En el mes de julio tuve el privilegio de participar en el ECUA, que es el Encuentro Andino Universitario Andino de los movimientos estudiantiles de la subregión andina de la IFES América Latina. “Entendiendo nuestra vocación, ¿Dónde está Dios el Lunes?”, fue el título del taller en el que participe, cuando lo leí, yo pensé: ¿dónde dejaste a Dios el lunes? Si el título atrae, no se imaginan cómo su contenido cautiva.
Crees en la gracia de Cristo, crees que es tu salvador y creador, crees que es tu refugio, tu consolador y el único camino, por consiguiente, eres parte de una comunidad cristiana que cree lo mismo y te desenvuelves en ese entorno.
Todo está bien hasta que se rompen los paradigmas, y comienzas a ser consiente que eres parte de una triste estadística. Weighing in at a whopping 3310g and measuring 38cm in length, the Sigma 500mm f/4 DG OS HSM Sports is an incredibly big and heavy lens indeed, although that does include the non-removable tripod collar.
“El cristiano promedio pasa menos del 2% de su tiempo productivo en la Iglesia; el resto de ese tiempo está en su lugar de empleo. Sin embargo, la Iglesia dedica la mayor parte de su energía y sus recursos a ese 2% y muy muy poco al mundo del trabajo diario.”
CALVIN REDEKOP
Después de abrir los ojos a esta realidad, la siguiente pregunta fue: ¿debo integrar a Dios en mi trabajo? Absurdo fue preguntar eso.
Cada lectura generaba más preguntas en lugar de respuestas; ¿Que es vocación? ¿Qué es llamado? ¿A quiénes los llaman? ¿No fui llamada?
Sin embargo, de igual forma cada clase, lectura, y compartir con amigos me fue aclarando algunos términos.
En el lenguaje evangélico siempre escuche “llamado” como algo súper espiritual que se les otorga a algunos, y pensé que yo no era parte de ese llamado y bastaba con ser profesional, ir a la Iglesia y algunas veces servir a la comunidad y eso era todo.
Grato fue entender el verdadero significado de este término tan utilizado; el Señor no clasifica, no es exclusivo ¡para unos sí! ¡para otros no! nuestro Señor es claro.
¿A que fuimos llamados? De la forma más sencilla, a ser seguidores de Jesús, a ser sus discípulos, a pertenecer a él, y en obediencia y con amor a compartir el evangelio con nuestros amigos en el preciso lugar en el que estamos.
Es por eso que mi primera pregunta fue absurda y me avergüenzo por haberla hecho: ¿debo integrar a Dios en mi trabajo? La pregunta que ahora me hago es esta: ¿cómo voy a integrar a Dios en mi trabajo? Recordando que mi identidad, mi vocación, mi llamado, mi sentido es el de ser Hija del Rey de Reyes y ser una obrera comprometida, todo lo extra son complementos, herramientas que ayudan a realizar la obra.
¿Dónde dejé a Dios el lunes? Entender que Dios es tu semana, tus horas, tu todo en todo, marca tu vida y te reta. Terminas el taller con más fuerzas y recursos para compartir el evangelio, en su máximo nivel en nuestras presentes circunstancias, pero también nos anima a no permanecer sentados e ir a predicar a las naciones; permitiendo que Dios nos transforme tanto a nosotros mismos como a nuestro entorno.
Todos somos llamados a seguir a Cristo, invertir tiempo con amigos es amar y por ende es obedecer el mandamiento de nuestro Señor.
Un abrazo del tamaño de sus sueños.
Por Karen Daniela Briceño Tacuri
Lojana, arquitecta de profesión. Sirve en la CECE Loja en el area de comunicaciones. Miembro de la Iglesia Semilla de Mostaza de la ciudad de Loja.