A propósito del Día Internacional de los Trabajadores, que se conmemora el 1 de mayo, Daniel Macías, nos guía en la exploración de Lucas, el autor del libro de los Hechos.
Oswaldo Guayasamín es uno de los pintores ecuatorianos más emblemáticos del siglo XX. Este artista, de origen indígena, plasmó en sus obras muchas temáticas, pero quizás la más simbólica es la que refleja el dolor y la miseria que fue soportada durante las guerras mundiales y las injusticias sociales sufridas en América Latina, este periodo de su obra fue titulado la “Edad de la ira”. Es indudable que las obras de este reconocido artista a nivel mundial reflejan sus raíces, sus luchas y también sus deseos. Similares ejemplos tenemos en artistas como Rembrandt o Van Gogh. El trabajo que realizamos es impregnado por todo lo que somos y deja una huella “dactilar” que otros pueden visualizar. Quisiera invitarte a observar en la obra de Lucas, algunas características relevantes que nos permiten aprender a ser un profesional al servicio del Reino.
El libro de los Hechos es la continuación de un primer escrito de Lucas dirigido a Teófilo, al parecer un hombre de importancia por la forma en que se dirige a él, “excelentísimo” como un título de honor. La primera característica que aprendemos de Lucas es su preocupación por la verdad, esto lo encontramos en Lucas 1:3-4 RVR60 “después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”. Esta preocupación de Lucas lo llevó a hacer un trabajo minucioso para entregar a esta importante persona dos escritos de altísima calidad, los cuales han sido de beneficio profundo para la Iglesia a través del tiempo. Todo este esfuerzo de búsqueda, recopilación, ordenamiento y escritura, fueron motivados por la preocupación de que otras personas conozcan bien la verdad, exigiendo una inversión de tiempo y dedicación. Encontramos en Lucas el ejemplo de lo que significa tener un cuidado por la verdad y de que esta sea transmitida a otros, lo cual lo llevó a poner todo su empeño y conocimiento académico para el beneficio en primera instancia de Teófilo y también de muchos otros.
La segunda característica es su profesionalismo. El apóstol Pablo se refiere a Lucas como “el médico amado” (Colosenses 4:14), haciendo referencia al beneficio que había recibido de este galeno muy probablemente en sus múltiples estadías en la cárcel, lo que pone en relieve sus conocimientos como médico y su ejercicio profesional al servicio de otros. En los escritos de Lucas encontramos un excelente manejo de la lengua griega, un vocabulario extenso y rico, también su familiaridad con elementos de la navegación y la geografía que hablan de un escritor educado, cuidadoso y observador cualidades que evidencian en su obra su formación académica.
Finalmente, podemos hablar de un participante activo de la misión. En Hechos encontramos varios registros en los cuales Lucas escribe en primera persona del plural “nosotros” (Hechos 16:10,11, 20:5, 21:1), demostrando claramente su participación directa en la misión de llevar el Evangelio a los gentiles. Pablo refiriéndose a Lucas en su carta a Filemón lo menciona como “colaborador” (Filemón 1:24), vemos de esta manera que Lucas estuvo involucrado permanentemente en la extensión del Evangelio de Cristo, no era únicamente un espectador de lo que acontecía, sino que su participación tuvo un papel relevante y activo en la iglesia que se estaba formando.
No cabe duda de que Lucas es un personaje importantísimo en la Iglesia del libro de los Hechos, la cual estaba iniciando sus primeros pasos como comunidad. Contar con un profesional comprometido ayudó para su consolidación. Las características del autor de Hechos nos desafían el día de hoy a ser profesionales con una profunda preocupación de que la verdad de Jesucristo sea conocida por todas las personas, ejercer nuestras profesiones y dones para servir a los demás y ser participantes activos de la misión.
La obra de Lucas nos deja mirar la huella dactilar que este profesional dejó en el primer siglo guiado por el Espíritu Santo. Los registros no nos dicen mucho de este personaje, pero lo poco que conocemos hablan de su influencia en los primeros cristianos y hasta el día de hoy somos beneficiados por su gran legado. Como profesionales podríamos preguntarnos en estos tiempos: ¿Qué huella estoy dejando? ¿Cómo estoy usando mi profesión y dones al servicio del reino y de las demás personas?
Daniel Macías
Desde los primeros años en mi vida universitaria, participé activamente en la CECE y actualmente sirvo como Secretario en la Junta Directiva. Me gradué en la Escuela Politécnica Nacional como Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones. Estoy cursando una maestría en Estudios Teológicos en Ministerios Latinos del Seminario Teológico de Palmer. Soy casado, tengo dos hijos, disfruto de tomar fotografías y jugar fútbol.