Compartimos una nueva entrega sobre las fascinantes vidas de algunos personajes de Hechos. En blogs anteriores hemos conocido más de Lidia, Esteban, Bernabé y Pablo. Cada uno de ellos, nos inspira a aprender de su compromiso como testigos fieles y a vivir siguiendo su ejemplo. Hoy descubrimos a un equipo muy particular y su impacto en la misión de compartir las Buenas Noticias.
Priscila y Aquila (también Pablo junto con ellos) nos enseñan algo precioso sobre trabajo en equipo. Probablemente, Pablo conoció al matrimonio de Priscila y Aquila en Corinto. Los tres eran de contextos culturales y trasfondos diferentes (Hechos 18:1-3). Sin embargo, todos eran judíos y tenían un oficio en común, la fabricación de tiendas. También un ministerio en común, al viajar juntos para compartir el Evangelio (Hechos 18:18-21). Priscila y Aquila también trabajaron en equipo para discipular a otra persona: Apolo (Hechos 18:24-26).
Vemos que ellos eran muy hospitalarios, invitaron a Pablo para quedarse en su casa cuando él estuvo en Corinto. A pesar de que pensaban de manera diferente, no hay registro de conflicto entre ellos (Hechos 18:19). Más tarde, Priscila y Aquila notaron que Apolo necesitaba aprender con más precisión sobre el camino de Dios y lo tomaron a su cargo. Al leer, en el libro de Hechos y en las cartas de Pablo, sobre el ministerio de esta pareja tenemos la impresión de que ellos trabajaban bien en equipo, que no hay ningún registro de competencia entre ellos como pareja, ni entre ellos con las personas con quienes colaboraron.
Aprendemos con Priscila y Aquila a ser hospitalarios, tanto en nuestras casas como con nuestros oídos. Ellos recibieron a Pablo en su casa y lo apoyaron en su trabajo ‘secular’ (haciendo tiendas) y en el ‘ministerio’ (dando testimonio de Cristo y enseñando la Palabra de Dios). Fueron también hospitalarios con Apolo, cuando estaban en Éfeso. Escuchándole con atención, notaron que Apolo no había comprendido bien el mensaje del Evangelio y lo invitaron a su casa para enseñarle mejor sobre el camino de Dios. Es muy lindo eso de caminar junto con una persona para enseñarle mejor.
Al parecer, fue un proceso: escuchar con atención lo que él otro estaba diciendo, percibir que no había entendido bien el mensaje del Evangelio, invitarle a casa y enseñarle dialógicamente. Eso en lugar de condenarle y decirle a Apolo: ‘no has entendido bien, entonces cállate que no puedes enseñar’. Priscila y Aquila no solo le enseñan, sino también le bendicen cuando decide ir a otros lados para compartir sobre la Buena Noticia. Enseñaron bien a Apolo, porque ahora “con sólidos argumentos refutaba en público a los judíos demostrándoles, con las Escrituras en la mano, que Jesús era el Mesías” (Hechos 18:28).
Es importante resaltar que no hay registro, ni indicación, en ninguna parte de las Escrituras de una relación malsana de dependencia, ni celos entre las personas a quién Priscila y Aquila enseñaron y apoyaron, Pablo y Apolo, aun cuando estos últimos eran más conocidos que ellos. Así que la humildad y la interdependencia nos ayudan a aprender y a actuar colaborativamente. Es siempre mejor reconocer que no tengo todas las respuestas, estar atento a escuchar con toda atención lo que el otro tiene que decir, sea con sus palabras, sea con su silencio o con sus acciones. Priscila, Aquila y Pablo nos dan pistas importantes para que aprendamos a servir junto con otros en la misión que es de Dios, no nuestra. Esa donde Él nos llama a servir en comunidad.
Ruth Borges
Ruth estudió Biología en la Universidad de São Paulo (USP), Brasil. Fue líder en su grupo de ABUB y también parte de la dirección regional. En 1998, se graduó en estudios bíblicos y culturales del All Nations Christian College, Inglaterra. Fue profesora de inglés durante más de 19 años. Del 2007 al 2013 vivió con su familia en Uruguay, como parte del equipo para reconstruir el movimiento estudantil allí. Desde enero 2014, Ruth y su familia regresaron a Brasil y trabajan en una iglesia brasileña–japonesa en São Paulo. Está casada con Ricardo y tienen dos hijas.