Estoy seguro de que alguna vez escuchaste la frase “nada es lo que parece”, una afirmación que sugiere que la realidad superficial a menudo oculta verdades más profundas y complejas. Con esto en mente, te invito a recordar una escena descrita en el libro de Daniel.
En el capítulo 6 del libro nos encontramos la famosa historia del foso de los leones. Los sátrapas, quienes eran administradores del reino junto con otros oficiales de la corte, envidiosos del favor y la posición que Daniel había ganado ante el rey Darío, buscan conspirar para deshacerse de él. Como sabían que Daniel era un hombre justo y devoto a su Dios, elaboraron un plan para atraparle utilizando su fe a Dios en su contra. Se presentaron ante el rey Darío con una propuesta aparentemente inocente y le persuadieron para que emita un decreto que prohibía a cualquier persona hacer una petición a cualquier dios o hombre, excepto al rey, durante treinta días. La sanción por desobedecer este decreto sería ser arrojado al foso de los leones.
Darío, sin sospechar de las verdaderas intenciones detrás de esta propuesta, aceptó y firmó el decreto, condenando a Daniel sin haberse dado cuenta. Esta acción entre los sátrapas y Darío nos deja ver que “nada es lo que parece”. Los sátrapas presentaron su plan como lealtad, devoción y respeto al rey haciéndole creer que sería una muestra de su poder ante el pueblo, pero fue una trampa diseñada para eliminar a Daniel.
Este relato nos ofrece una reflexión sobre la naturaleza del engaño y la verdad. Darío, a pesar de que era un Rey con gran poder en su imperio, no pudo discernir las verdaderas intenciones de los administradores, no pudo ver más allá.
A veces, en nuestra universidad, el trabajo, la iglesia, la familia u otros contextos, se nos presentan situaciones, oportunidades o incluso personas con un aparente beneficio para nosotros, pero que realmente terminaran afectando en cualquier área de nuestra vida (espiritual, emocional, económico, etc.), pues nada es lo que parece. El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios en el capítulo 10:23-24, lo puso de la siguiente manera:
«Todo está permitido», pero no todo es provechoso. «Todo está permitido», pero no todo es constructivo.
Y es que realmente tenemos la libertad de tomar nuestras propias decisiones y buscar nuestro beneficio. Sin embargo, como seres humanos nos podemos equivocar y es por eso que necesitamos de la dirección del Espíritu Santo, a través de quien Dios nos ayudará a discernir aquello que puede sumar o afectar nuestras vidas.
Que Dios nos regale sabiduría para poder mirar más allá de lo superficial y ser más conscientes de las decisiones que tomamos, pero también, nos ayude a desarrollar un corazón honesto y consciente de nuestras propias intenciones delante de Él, pues como dice en el libro del profeta Jeremías17:9-10:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo, el Señor, que escudriño el corazón, que pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”.
Isaac Peralta
Me gradué en la Universidad Central como Licenciado en Psicopedagogía. Sirvo como Asesor Pastoral Jr. en Quito. En el ámbito ministerial actualmente sirvo como líder de adolescentes en la Iglesia La Vid y como capacitador en el equipo de Pichincha en el programa de Operation Christmas Child de Samaritan’s Purse. Me gusta mucho leer y salir a caminar por la ciudad. Me encanta hacer nuevos amigos.