A propósito de celebrar el Día de la Mujer este 8 de marzo, queremos ofrecer unos valiosos hallazgos desde el libro de 1 Corintios y la participación de las mujeres en las primeras comunidades cristianas.  

Al pensar en la primera carta a los Corintios, regularmente se nos viene a la mente el hermoso texto acerca del amor en el capítulo 13 de este libro, pero también tenemos relatos en relación del ministerio de la mujer (1 Cor. 14:33-35) que pueden ser menos atractivos. En trabajo realizado hace algunos meses con motivo de la finalización de una maestría en estudios teológicos, intenté abordar la participación de las mujeres en las primeras comunidades cristianas y su vínculo con el ministerio del apóstol Pablo. En este breve blog quisiera resumir dos elementos. El primero es la participación de la mujer en el ministerio de Pablo y segundo revisar lo dispuesto por el apóstol a la comunidad de Corinto en el pasaje antes mencionado (14:33-35). 

Para hablar del primer elemento podemos mencionar que, desde la conversión del apóstol al cristianismo, su ministerio recibió sospechas y críticas por parte de varios sectores. Esto con el pasar del tiempo se ha mantenido y en nuestros días se lo ha acusado de promover estructuras jerárquicas que desplazan a la mujer del ministerio. Una mirada a la literatura paulina nos permitirá encontrar indicios de la relación que Pablo mantuvo con las mujeres y las formas en que promovió su ministerio.  

En la carta a los Romanos, por ejemplo, en el capítulo 16 se nombra al menos a nueve mujeres las cuales habían tenido un rol protagónico en la comunidad cristiana. Febe se la menciona como diaconisa, Trifosa y Trifena como obreras de Dios, Julia y Olimpas que acogían una comunidad, Priscila como colaboradora y a Junia se la describe como apóstol. Pablo habla con naturalidad de mujeres como obreras, apóstoles, diaconisas y colaboradoras (al igual que Timoteo, Tito y Epafrodito que también se los llama colaboradores). 

Este es un pequeño ejemplo de la participación de las mujeres en las primeras comunidades, pero también permite ver que el apóstol Pablo no censura, sino que hace un reconocimiento de su labor avalando de esta manera su aporte en cada uno de estos espacios. El libro de los Hechos da cuenta también de muchas mujeres que formaron parte en los inicios de la iglesia siendo un pilar fundamental en la conformación, mantenimiento y promoción de esta.  

El segundo elemento lo vemos centrando nuestra atención en la carta a los Corintios, que muestra una comunidad con una diversidad amplia en sus miembros, así como también una variedad de temáticas que el apóstol abarca en este escrito. Algunos de los temas que aborda son la división de los miembros, inmoralidad, conflictos de clases, comidas comunitarias, los dones espirituales, orden de las reuniones públicas entre los principales. El texto mencionado al inicio de este blog se encuentra en una sección entre los capítulos 11 al 14 en donde se instruye acerca de los cultos públicos. En el verso 11:5 se señala claramente que la mujer ora y profetiza en público, en este lugar no se censura que lo haga, sino el orden y la forma que debía seguir. Otro dato que nos da la misma sección está en el capítulo 12 en el cual se muestra que toda la congregación recibe dones tanto hombres como mujeres (12:11), por lo tanto, se ve que la mujer es parte activa de la vida ministerial de la iglesia y así edifica el cuerpo (12:7, 12:27).  

La información provista en esta porción permite hacer una evaluación de los versos en los que se invita a las mujeres a guardar silencio para guardar un orden en la reunión pública. Esto no constituye de ninguna manera una censura para el ministerio público de la mujer, sino una consideración amorosa para que todo el público pueda ser bendecido en el orden establecido. Adicionalmente, el apóstol Pablo en una acción contracultural solicita a los varones para que se constituyan en instructores de sus esposas, esto puede ser considerado algo menor en nuestro mundo contemporáneo, pero en el contexto del primer siglo la educación estaba vetada para la mujer así que esta solicitud es bastante importante y revela la intensión del apóstol para que la mujer tenga un pleno desarrollo en el conocimiento de la fe y su ejercicio público.  

De lo expuesto en estos dos breves elementos encontramos que el apóstol Pablo reconoce y avala el trabajo de la mujer dentro de las primeras comunidades cristianas, esto deja ver parte de su relación y la forma que promovió su crecimiento. Adicionalmente, observamos que la participación de la mujer en la comunidad de corintio era significativa y fundamental para el crecimiento del cuerpo de Cristo con los dones provistos por el Espíritu Santo.  

En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer celebramos el trabajo arduo que realizan las líderes estudiantiles, Asesoras y Directora Nacional en la proclamación del Evangelio en las universidades de nuestro país. Al igual que Pablo debemos en nuestros días hacer actos contraculturales pequeños o grandes que lleven a nuestras comunidades a una participación relevante de cada persona: hombre y mujer con los dones provistos por el Espíritu Santo para proclamar el Evangelio de Jesucristo.  

Bibliografía: 

Fee, Gordon D. Primera Epístola a los Corintios. Buenos Aires, Argentina: Nueva Creación, 1994. 

Gómez-Acebo, Isabel. La mujer en los orígenes del cristianismo, ed. Isabel Gómez-Acebo, Bilbao: Desclée de Brouwer, 2005. 

Macias, Daniel F. “Exclusión de la mujer en la literatura paulina: ¿Ficción o realidad?” Proyecto sumativo, Palmer Theological Seminary, 2022.   

Madigan, Kevin y Osiek, Carolyn. Mujeres Ordenadas en la Iglesia primitiva. Una historia documentada. Navarra, España: Verbo Divino, 2006. 

Mesters, Carlos. Pablo Apóstol un trabajador que anuncia el evangelio. España: Dabar,1993. 

Scholer, David. La Mujer en el ministerio. Trad. Stan y Catherine Slade. República Dominicana: CEBIP, 1990. 

Wright, Tom. El verdadero pensamiento de Pablo. Viladecavalls, España: CLIE, 1997. 

Daniel Macías

Daniel Macías

Desde los primeros años en mi vida universitaria, participé activamente en la CECE y actualmente sirvo como Secretario en la Junta Directiva. Me gradué en la Escuela Politécnica Nacional como Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones. Recientemente, terminé una maestría en Estudios Teológicos en Ministerios Latinos del Seminario Teológico de Palmer. Soy casado, tengo dos hijos, disfruto de tomar fotografías y jugar fútbol.