Recuerdo que el primer concepto y uno de los más repetidos en todas mis clases durante la carrera universitaria fue el de globalización, el mismo que en este libro se lo repite por varias ocasiones. Paul Stevens considera a este concepto como uno de los puntos centrales en el mundo de los negocios que hoy por hoy resulta ser una realidad al ver al planeta como un todo conectado. El autor al hablar de globalización hace referencia a los términos usados por Pablo en sus cartas como “poderes”, “principados”, “tronos”, “autoridades” que de alguna manera afectan a nuestras vidas aquí y ahora. Estos poderes se extienden desde estructuras sociales visibles, sistemas económicos hasta fuerzas espirituales invisibles y personajes que causan resistencia: la muerte, los demonios y Satanás. Sin embargo, nos invita recordar que Cristo hizo tres cosas con estos “poderes” cuando murió en la cruz y resucitó: los desarmó; mostró cómo su fuerza es pretenciosa e insignificante; y él triunfó sobre ellos.

Tomando en cuenta este tipo de conceptos Paul Stevens ve a la globalización y al capitalismo como los “poderes” de la actualidad, añadiendo que las personas que trabajan en el mundo deben enfrentarse a estas y a otras dimensiones de resistencia como: la codicia, la competencia predatoria, las prácticas injustas, el desempleo sistémico, la explotación del trabajo, etc. Frente a esto, el autor cita a Max Stackhouse quien argumenta que Dios está y no está en medio de la globalización:

“Sí, Dios está en globalización, juntando naciones mediante el comercio y a comunidades de empresas, naciones que de lo contrario estarían en guerras entre ellas, aumentando su riqueza y levantando a los pobres. Y no, Dios no está en la globalización donde se incrementa dependencia en deudas adquiridas de los ricos del Norte y el Oeste, donde se deshumaniza a las personas en las fábricas o en donde se daña la tierra en vez de ser un administrador de la misma.”

Ante este fenómeno de la globalización ha surgido la gran interrogante: ¿Podría la globalización ser la manera de Dios para evangelizar a los profesionales y gente de negocios que son tal vez el segmento más grande y menos alcanzado por la iglesia a través de misiones?

Por otro lado, esta segunda parte del libro nos anima a buscar integridad, inspiración e integración que nos inspire a dar lo mejor de nosotros, a darnos cuenta de nuestro potencial, a ser encontrados por Dios en todas las áreas de nuestra vida y a contribuir para un mundo mejor. El autor a través de estos capítulos explora la idea de que la espiritualidad y el trabajo van de la mano en aspectos como:

  • Ir a lo profundo: llevar una vida disciplinada y balanceada. Aprender a decir “no” y escuchar la voz de Dios
  • Cultivar la integridad: fuentes espirituales de toma de decisiones éticas
  • Ser creativos: motivación para la creatividad y el emprendimiento siguiendo el modelo de Jesús como el gran emprendedor
  • Dejar que la vida hable: experiencias de tiempo, dinero y éxito explorando el libro de Eclesiastés
  • Santidad vocacional: Evidencia de los frutos del Espíritu en la relación con el trabajo y los trabajadores

Paul Stevens concluye su libro con una invitación a ser líderes contemplativos. Esta clase de líderes están en un ministerio a tiempo completo. Ellos saben que están sirviendo a Dios y al propósito de Dios en el mundo del trabajo así como los pastores y misioneros sirven al propósito de Dios en las iglesias. Cada profesional tiene una esfera de influencia ya sea en los múltiples accionistas de la gran organización de la que estén a cargo o en la baja gerencia a través de un círculo de influencia alrededor de su oficina.

Los líderes contemplativos nunca están aburridos. Se les llama personas en una misión. Ellos saben que Dios está obrando para su santificación en lo esencial de la rutina diaria, produciendo carácter y perseverancia. También tienen indicios en el aquí y ahora de algo que algún día será la recompensa final: entrar en la alegría y la felicidad del Maestro.

¿Dios y los negocios? ¡Sí! Finalmente mi pregunta tuvo una respuesta acompañada de un gran desafío:

“Los líderes contemplativos no limitan la adoración a un culto religioso, sino que buscan un motivo para celebrar y adorar todo el día todos los días reconociendo que Dios está presente en la plaza de mercado, que finalmente Dios recibe todo su trabajo, y en el último día Él diga: “Me lo hiciste a mí, no solo para mí.” Fe, espereza y amor están en el corazón y trabajo de cada líder contemplativo.”

PAUL STEVENS, 2006