Las fiestas de Navidad están instaladas por todas partes en el país. En este contexto y para efectos de esta reflexión les invito a que se tomen unos minutos y lean el texto de Apocalipsis 12. Pronto se dirán a ustedes mismos que este es un texto inusual para reflexionar en la Navidad. Sin embargo, puedo decir que es un texto que debería estar más incluido en nuestras conmemoraciones del nacimiento de Jesucristo.
La palabra navidad o natividad se origina en el latín y su significado es ‘nacimiento’. Y es justamente lo que vemos en Apocalipsis 12. Un nacimiento está en peligro. La Navidad está en peligro. Pero veamos con más detenimiento algunos elementos de este capítulo.
Se describe a una mujer: revestida de sol, con la luna debajo de sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza, embarazada y gritando por los dolores y angustias del parto. Otro personaje es el dragón rojo: siete cabezas, diez cuernos, coronas en cada cabeza, y arrastra a las estrellas del cielo. Este dragón se planta delante de ella cuando estaba a punto de dar a luz para devorar a su hijo. La mujer da a luz a un hijo varón que gobernará a las naciones con firmeza. Este hijo varón le es arrebatado a la mujer y llevado a la presencia de Dios y su trono. La mujer huye al desierto, al lugar preparado por Dios para su protección de la amenaza del dragón. Ocurre entonces un ‘star wars’, una guerra de las galaxias: el ángel Miguel y su compañía pelean en contra del dragón rojo, quien es identificado como la serpiente antigua, el diablo, satanás, el engañador y acusador de los hermanos. De este conflicto, el dragón sale derrotado.
Se escucha entonces un clamor expresado en forma de poesía. En este clamor se afirma que Jesucristo reina pues el acusador ha sido expulsado. Se afirma también que los seguidores de Jesucristo vencen en virtud de la sangre del Cordero—la cruz de Cristo—y del mensaje del que dieron testimonio—la Palabra o evangelio de Cristo. Se enfatiza que los discípulos atesoraron y priorizaron más su lealtad por Jesucristo que sus propias vidas. Finalmente se afirma la celebración de la victoria de Jesucristo y sus discípulos y la condena del dragón.
El dragón rojo está derrotado, pero con obstinación persigue a la mujer. La mujer huye volando de esta nueva amenaza pues se le ha habilitado con dos alas para tal efecto. El dragón persiste y quiere ahogar a la mujer, pero la tierra, la creación misma, ayuda a la mujer. Con más furia el dragón declara la guerra a los discípulos. En este contexto de amenaza de muerte, se describe la esencia de un discípulo: aquel que obedece los mandamientos de Dios y que es fiel al testimonio de Jesucristo. El acento está puesto en las acciones, no solo intenciones, y la lealtad, no solo adhesiones emotivas, en el seguimiento de Jesucristo.
Sí, definitivamente es un texto inusual para la Navidad. Pero al pastor Juan de Patmos le es dada esta imagen de Jesucristo—su nacimiento que encendió la ira de los poderes políticos y religiosos de la época—para animar a las congregaciones que él pastoreaba. Cuando uno mira esta imagen en conjunto, que incluye la explicación poética de la identidad del hijo varón que está por nacer, uno concluye que es la imagen de la natividad o nacimiento de Jesucristo la que el autor describe. No soy el primero ni el único en afirmar algo así, véase por ejemplo a Eugene Peterson y Juan Stam, para citar a solo a dos; y hay otros que piensan diferente, como Pablo Richard. Pero volvamos al tema.
A Juan de Patmos le es dada esta imagen de la natividad de Jesucristo para animar a las congregaciones que él pastoreaba. Podemos imaginar que les dice:
–Su fe en Jesucristo está en peligro por la presencia y ataques del dragón, su fe en Jesucristo está en peligro porque experimentan la tentación de abandonarla ante la hostilidad, pero anímense: ¡Jesús reina! ¡Jesús venció al dragón! —
Continúa Juan de Patmos:
–Sí, el dragón arrastra las estrellas del cielo. Sí, el dragón se planta frente a nosotros para devorarnos la vida. Sí, el dragón es la serpiente antigua, el diablo, satanás, engañador y acusador. Sí, el dragón nos persigue con furia. Sí, el dragón nos quiere eliminar ahogándonos. Sí, el dragón nos declara la guerra—
–Sí…pero…Jesucristo finalmente nació. Jesucristo fue llevado con Dios al trono. Jesucristo reina. Jesucristo venció al dragón en su muerte en la cruz. Jesucristo venció al dragón con el poder de su Palabra. Jesucristo expulso al dragón. Jesucristo tiene contados los días del dragón—
–¡Anímense! —les dice Juan de Patmos—permanezcan obedeciendo los mandamientos de Dios. –¡Anímense, permanezcan fieles al testimonio de Jesucristo! –
Sí, un texto inusual para Navidad. Un nacimiento estaba en peligro. La navidad estaba en peligro. Este es uno de los textos particularmente ricos en teología política (es decir, como lidia el evangelio con los poderes del mundo). Muy pertinente además para la reflexión en el actual y lamentable tema de la violencia en contra de la mujer. Pero habrá otro espacio y tiempo para meditar en ello.
Varias veces el proyecto de Dios ha estado en peligro. El libro de Génesis, que lo hemos explorado juntos este año que está por culminar, nos da cuenta de varios peligros que acechaban al proyecto de Dios y al pueblo de Dios en Babilonia. Como lo hemos dicho desde el inicio de año, el libro de Génesis en la forma en que lo conocemos actualmente fue pastoralmente dirigido al grupo de creyentes que estaban en el exilio en Babilonia para despertarles a la historia y al Dios al que pertenecen. Historia que estaban olvidando, olvidando así su identidad y propósito como pueblo de Dios. Este grupo de creyentes estaba en Babilonia, y Babilonia estaba en ellos: se les estaba metiendo en el alma. El peligro no estaba afuera solamente, el peligro estaba adentro. Se estaban asimilando a las perniciosas prácticas del imperio. Cuando Babilonia está adentro, Génesis está para recordarles que pertenecen al Señor Dios, creador de los cielos y la tierra, quien quiere bendecir a las naciones a través de ellos.
El libro de Génesis nos da cuenta también del peligro que acechó al proyecto de Dios y al pueblo de Dios en Egipto, al menos en su parte inicial. El pueblo fue a Egipto, y Egipto terminó oprimiéndoles. Egipto no solo los oprimió, sino que se les estaba metiendo en el alma. El peligro no estaba afuera solamente, el peligro estaba adentro. Se estaban asimilando a las perniciosas prácticas del imperio. Cuando Egipto está adentro, Génesis, Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio, son el jarabe para expulsar los bichos. Son la cura de Dios para modelar otro perfil de ser humano y de comunidad.
Dios los iba a sacar de Babilonia y devolver a la tierra prometida que ya ocuparon (y de la que fueron des-ocupados por su abuso contra la tierra, la viuda, el huérfano y el extranjero, por cierto!). Dios los sacó de Egipto a la tierra prometida que estaban por ocupar. Pero había una tarea adicional: sacar a Babilonia y a Egipto de sus almas. Génesis y el resto del Pentateuco son el remedio que les recordaría quiénes son, qué propósito tienen por cumplir y que conducta se esperaría de ellos.
Varias veces el proyecto de Dios ha estado en peligro. En el pasaje que estamos explorando en Apocalipsis y en el libro entero se nos describe dos nuevos peligros: la hostilidad del imperio Romano en contra de Jesucristo y sus discípulos, y la fe que empieza a flaquear por causa de esta hostilidad.
Juan de Patmos, guiado por el Espíritu Santo, experimenta un ‘video juego en realidad virtual’, y el mismo Espíritu nos deja esa experiencia en este libro a nosotros. Ahora solo estamos explorando una fase de todo el video juego en realidad virtual que es el libro de Apocalipsis. Imaginemos a Juan de Patmos colocándose el dispositivo de realidad virtual en su cabeza…enciende el juego…y mira una mujer embarazada, un dragón, un bebé por nacer y luego ya nacido, una guerra en los cielos, al dragón vencido, al dragón furioso y en guerra, y a Jesucristo que vence al dragón. Termina esta fase del juego y Juan de Patmos se retira el dispositivo y con entusiasmo es capaz de declarar: –¡Anímense! ¡vale la pena! ¡Cristo venció! ¡Vale la pena seguir abrazados a la cruz, vale la pena seguir abrazados de la Palabra! ¡Vale la pena seguir obedeciendo los mandamientos de Dios y seguir siendo fieles al testimonio de Jesucristo!
Apocalipsis es la dosis de vitaminas en imágenes en realidad virtual que necesitamos para enfrentar la hostilidad del sistema que hace flaquear nuestra fe, compromiso, ética y moral. Apocalipsis es el libro que estaremos explorando juntos a lo largo del año 2019. Génesis nos brindó mucho, seguro que Apocalipsis nos servirá bien.
¿Estamos persuadidos que necesitamos Apocalipsis? ¿casi persuadidos? Los animo a considerar seriamente en experimentar este ‘video juego en realidad virtual’ y así revigorizar nuestro compromiso con Jesucristo, o si es el caso para algunos empezar a caminar con él por primera vez.
Termino deseándoles que tengan una significativa celebración de Navidad.