¿Qué viene a tu mente cuando piensas en crecimiento o madurez en la fe? Ésta y la próxima semana, vamos a explorar este tema recurrente en la carta de Pablo a la comunidad en Corinto. En el capítulo 13:11-13 dice:
“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.”
¡Qué interesante! Podemos observar un contraste entre lo que se espera de un niño y un adulto, y otro contraste, el conocer de manera imperfecta y ser conocido en una manera más completa. Además, este proceso está íntimamente relacionado con cualidades de mente y corazón: la fe, la esperanza y el amor. Pablo aborda la madurez desde varias perspectivas: crecer en su conocimiento de Dios, en su habilidad de vivir y servir en comunidad en unidad y amor.
Hoy me enfocaré en la Formación Espiritual, tema que aborda el crecer en madurez en la fe. Este contenido lo compartí como seminario junto con Sabine Kalthoff, en el contexto de la Asamblea Mundial de IFES en agosto del 2023.
¿Qué imaginas cuando escuchas la frase formación espiritual? Talvez en término es nuevo para ti.
Robert Mulholland, en su libro “Invitación a un viaje: una hoja de ruta para la formación espiritual”, define la formación espiritual como “un proceso de ser formado a semejanza de Cristo por el bien de los demás. […] Es un viaje de rendirnos a Dios y descubrir a dónde nos llevará”.
Otra definición es: La formación espiritual es un viaje a través del cual abrimos nuestros corazones a una conexión más profunda con Dios. No somos espectadores en nuestras vidas espirituales, somos participantes activos con Dios, quien siempre nos invita a una relación con él. (https://renovare.org/about/ideas/spiritual-formation)
La formación espiritual no se reduce a un programa o un método que se enfoca en la parte “espiritual” de nuestras vidas, pero sí tiene que ver con invitar y responder a la presencia y obra continua del Espíritu Santo en cada área de la vida.
La formación espiritual es un viaje de adentro hacia afuera con Dios, de profundizar nuestra relación con Él. Es nutrir intencionalmente los espacios interiores de mente, corazón y alma, que se ve reflejado hacia afuera en una transformación visible del carácter y forma de ser de una persona. No se impone desde afuera, más lo que hacemos desde lo externo también permite nutrir hacia dentro.
Como dice Pablo en la segunda carta a los Corintios: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:18).
En esencia, el proceso de formación espiritual es ser transformados más a la semejanza de Cristo en su carácter, su amor y su entrega hacía otros.
Ahora, ¿cómo ocurre este proceso de formación? Es Dios que nos transforma por su Espíritu Santo y por su Palabra. Y también hay una disposición de corazón y acciones concretas de nuestra parte, que fortalecen esa relación con Dios.
La formación espiritual no se trata de llegar a un nivel “más santo”, ni de tachar otra cosa en la lista de qué hacer como cristiano. Somos invitados a crear espacios para que Dios nos encuentre y nos forme de manera más intencional y profunda. A continuación, comparto algunas prácticas para la formación espiritual:
- Orar las Escrituras: Dios está presente cuando leemos su Palabra en forma de oración, un buen lugar para iniciar son los Salmos. Hablemos con Él y no sólo de Él. Habitar en su Palabra transforma nuestra mente y corazón.
- Atender a la presencia de Dios en la vida cotidiana: Dios se encuentra en las realidades de la vida, estamos invitados a buscar señales de su presencia, talvez por medio de su creación o en la palabra o abrazo de un amigo.
- Practicar ritmos del descanso: Detenerse, descansar y reorientar intencionalmente la vida hacia Dios. Desconectarse de las redes, tecnología y reconectarse con Dios.
- Buscar el discernimiento en comunidad: Al momento de tomar decisiones importantes de relaciones significativas, trabajo o proyecto de vida, estar atento a la sabiduría de los demás. ¿Quién camina conmigo, y con quién estoy caminando?
- Servir en silencio: Cuando servimos a Dios de maneras que no se ven y decidimos no hablar de ello, le damos a Dios espacio para purificar nuestros corazones de nuestro anhelo de reconocimiento y alabanza.
- Cuidar el cuerpo: Somos seres integrales, por lo cual lo espiritual está muy conectado con tu estado físico y emocional. Considerar la importancia de una buena alimentación, el descanso y el ejercicio como parte de tu formación espiritual.
Es un tema extenso, por lo que les invito explorar más con los siguientes textos bíblicos y recursos:
- Romanos 12:1-2, Isaías 64:8, Salmo 46:10; Proverbios 4:23 y Mateo 15:19; Juan 7:37-39; Efesios 4:11-13; Filipenses 4:8-9; 2 Pedro 1,3-7.
- Compromiso con las Escrituras, aquí encontrarás recursos para retiros, oración y reflexión: https://scriptureengagement.ifesworld.org/recursos/.
- “La vida cultivada”, por Susan Phillips.
- “Entregarse al Amor: Descubrir el centro de la espiritualidad cristiana”, por David G Benner.
- “Formado por la Palabra: El poder de las Escrituras en la formación espiritual”, por Robert Muholland
- “Una invitación a la soledad y silencio”, por Ruth Barton
- “El camino del Corazón”, por Henri Nouwen
Ruth Hicks
Ruth es de Nueva Zelanda y vive en Ecuador. Está casada con Josué y tiene dos hijas. Sus estudios son en Fisiología y Nutrición, Desarrollo Comunitario y Teología. Ha trabajado con universitarios por 20 años, y actualmente sirve como Directora Nacional de la CECE.