“Cuando sea grande, será un gran científico porque tiene la cabeza pelada [no tenía cabello según dicen]” eso es lo que mi mamá contaba uno de nuestros vecinos al visitarnos cuando yo apenas nací. Es muy gracioso ya que, durante todos mis años previos a la Universidad, nunca se me ocurrió que estudiaría biotecnología. Al inicio pensaba en estudiar música, otras veces Mecatrónica. Sin embargo, Dios ya lo tenía en sus planes mi profesión: Biotecnólogo.
Al escribir estos párrafos, no puedo dejar de pensar en Filipenses 1:9 “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento”. Mientras leía este versículo y otros más durante mis primeros años de carrera, estaba muy seguro de que estaba en el lugar y tiempo correcto. Me reconfortaba el saber que ciencia y fe no son mutuamente excluyentes, al contrario, la biblia nos insta a crecer en conocimiento.
En mi caso, me fascina: el conocimiento de los sistemas biológicos, cómo funcionan las moléculas, qué hay en nuestro ADN, cómo aparecen las proteínas, cómo se desarrollan algunas enfermedades y qué tratamientos podrían funcionar. Es asombroso saber que todo esto me permite servir a la sociedad de formas que nunca habría imaginado.
Creo firmemente que si Dios me ha dado la oportunidad de servir a la sociedad desde esta área y yo la he tomado con gozo al mismo tiempo que disfruto aprender.
Desde mis primeros años en la Universidad estuve involucrado en proyectos de investigación y lectura de artículos científicos. Durante ese proceso, descubrí que me apasiona a la Biotecnología con aplicaciones biomédicas. Particularmente la terapia celular y génica, Genética y Genómica del cáncer y enfermedades raras y también en conocer como los complejos sistemas de interacción de rutas metabólicas desencadenan en el desarrollo de enfermedades.
Recientemente tuve la oportunidad de ser coautor de mi primera publicación científica. El Señor me dio la oportunidad de trabajar con uno de los investigadores más destacados del país con renombre internacional y mientras terminaba mi tesis, me invitó a ser parte de un estudio sobre Covid-19. Al inicio me sentía muy emocionado, pero después me sentí muy desafiado a dar lo mejor de mi para, sentía mucho temor, no quería equivocarme y sentía que no sabía mucho como para estar a la altura de los otros investigadores. Pero, la gracia, la bondad y la sabiduría de Dios fue mayor que mis temores.
Uno de los aprendizajes principales fue que para hacer ciencia se necesita trabajar en comunidad. Nuestro equipo está integrado por Inmunólogos, Médicos, Biotecnólogos, Bioinformáticos, entre otros. El trabajo en equipo nos ayuda a tomar mejores decisiones, el trabajo es más llevadero, y los resultados son mejores. Al pensar en ello, reconozco que como cristianos no solo somos llamados a trabajar en comunidad sino también a vivir en comunidad, personas con dones y talentos distintos, pero parte de un mismo cuerpo.
Algo más que he aprendido al estar en este grupo de investigación es que siempre habrá algo nuevo por aprender y siempre debo estar dispuesto a ser mentoreado por otros. Lo mismo ocurre con nuestro camino de fe, hay personas que han pasado más años en la fe y están dispuestas a discipular a otros. ¿Estamos dispuestos a ser discipulados?
El proyecto se llama Lethal COVID, y nace de la urgencia apremiante de encontrar fármacos que posibiliten un tratamiento efectivo para los pacientes con COVID-19. Analizamos genes involucrados en la respuesta inflamatoria en 19 tipos de células pulmonares. Luego de algunos análisis bioinformáticos [no entraré en detalle], encontramos proteínas esenciales involucradas en el proceso de inflamación. Además, 5 fármacos que, después de ser analizados a fondo en los ensayos clínicos de COVID-19 pueden considerarse para el tratamiento de pacientes con COVID-19 grave.
Mi experiencia ha sido increíble al mismo tiempo que desafiante. Ser parte de un equipo de investigadores de renombre me ha animado muchísimo a continuar con mis estudios de posgrado, seguir investigando y servir a la sociedad desde esta área.
El proyecto continúa, esperamos publicar otro artículo similar, mientras que yo sigo asombrado de lo que Dios me permitido conocer.
Álvaro Pérez
Estudió Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Regional Amazónica IKIAM. Le apasiona la Biotecnología médica, la divulgación científica el arte y la música. Ha participado como coordinador de un Grupo Universitario y pronto servirá en la CECE como Profesional de Apoyo.