A propósito de fechas que nos recuerdan los procesos de independencia de nuestro país, compartimos la segunda parte de la serie que nos invita a reflexionar sobre nuestra realidad del Ecuador y de América Latina. Puedes leer la primera entrega aquí. Con toda la crisis social y política vivida en Ecuador en los últimos años, es importante conocer la historia para entender la fragmentación y los desencuentros que vivimos hoy. En este contexto nos preguntamos, ¿de qué libertad hablamos? Varias preguntas surgen alrededor del tema y sobre todo cómo se vive la realidad del Evangelio en este contexto. Hoy Ronald Rivadeneira, escribe para nosotros.
El estudio de la Historia de nuestro país ha sido dividido en tres periodos: el aborigen, el colonial y el republicano. La época aborigen se la retrata desde el enfoque de las culturas “precolombinas”, los asentamientos “prehispánicos”, llegando el fin de este periodo con la conquista que nos brinda un recuento de las “fundaciones” de ciudades de parte de los españoles en asentamientos indígenas.
La época colonial va de la mano con el periodo “evangelizador” del catolicismo en América Latina, los centros coloniales de varias ciudades dan testimonio de eso con sus plazas e iglesias, junto a palacios administrativos, donde el poder religioso daba su culto a quien ostentaba la representación del rey español, encargado principalmente de la administración del saqueo de estas tierras. Esta época finaliza con los procesos libertarios, donde las fechas de las gestas por la libertad constituyen temas de estudio para afianzar la identidad nacional. El desencuentro se da en América cuando el sueño de Bolívar se fragmenta, resultado de conspiraciones internas en cada uno de los territorios liberados, dando lugar a que la Gran Colombia se desvanezca.
El inicio de la época republicana (13 de mayo 1830), fue el resultado del fracaso de la Gran Colombia. Las élites criollas instauran la nueva república, el floreanismo se libera de culpa de la sangre derramada de Sucre (4 de junio 1830), quien muere asesinado apenas un mes después de que un grupo de notables firmara el acta donde el departamento de Ecuador se separa de la Gran Colombia.
Las elites gobernaron el país desde lógicas terratenientes abrazadas por el catolicismo, todo había cambiado desde la época colonial para que todo permanezca igual en la época republicana.
Fue hasta la revolución de montoneros (5 de junio 1895) con la guerra civil y la consolidación del régimen liberal que se dieron cambios significativos en lo social, cultural y político. La igualdad de género, la educación laica y gratuita, la libertad de culto, son solo algunos de esos logros del liberalismo político en el Ecuador.
La historia de nuestro país se enmarca en los desencuentros, cuando los criollos buscaron la emancipación de los españoles lo hicieron pensando en réditos de poder a obtener si los españoles estaban fuera de la ecuación. Cuando llegamos a ser república fue porque los grupos de poder regional impulsaron la separación de la Gran Colombia para hacerse de un poder político y económico local que no rinda cuentas a un orden administrativo centralizado como proponía Bolívar.
En este escenario histórico los grupos étnicos indígenas, la población afrodescendiente, las mujeres, entre otros, fueron los excluidos de las pretensiones del poder mestizo que se blanqueó para olvidar lo aborigen, añorando lo español colonial como expresión de dominación a los otros. Las relaciones de clase que se dieron como una extensión del colonialismo que persiste hasta nuestros días con expresiones de racismo naturalizado en redes sociales. La revolución liberal con sus logros solo puso en evidencia las profundas fracturas que tenemos en nuestro país hasta la actualidad.
Los procesos de independencia de la nación, la consolidación en república, contrastan con lo que nosotros como creyentes entendemos es el Reino de Dios. Los estudios de los diversos momentos de nuestra historia solo nos permiten comprender que no se ha logrado una verdadera libertad como ciudadanos, pues estos procesos fueron promovidos por intereses de clase y poder.
Solo el Evangelio nos muestra un camino donde la emancipación no se da para beneficio de quien la promueve. Las Buenas Nuevas del Evangelio incluyen a todas las personas la posibilidad de ser ciudadanos del Reino, donde el conocimiento de nuestra realidad es fundamental para vivir con integridad en esta breve porción de la historia que nos toca, mirando la trascendencia del Reino de Dios para la eternidad.
Ronald Rivadeneira
Ronald es Pastor Bautista, docente del Seminario Bautista, tiene estudios de licenciatura en Antropología Aplicada y una Maestría en Ciencias Sociales con mención en Sociología, también tiene estudios en Teología, actualmente está terminando la tesis de la Maestría en Estudios Teológicos. Es esposo de Irma Padilla y padre de Marcos.