Compartimos con ustedes la entrevista realizada por Isabela Pineda a Jenny Jaramillo sobre el proyecto: “Voces de la Isla Trinitaria”.
Estoy (Isabela) muy agradecida por la entrevista que tuve con Jenny. Entre las imágenes que me dejó nuestra conversación, la más potente fue su perspectiva de la “expresión artística”, semejante a la “confesión”; este acto liberador de fe individual, que se realiza en comunidad.
Confesiones en las “Voces de la Isla Trinitaria” es el proyecto de fin de carrera de Jenny Jaramillo, profesional de Creación Teatral de la Universidad de las Artes de Guayaquil, y miembro de la CECE por varios años.
Esta creación colectiva nace del trabajo con un grupo de adolescentes de la Isla Trinitaria, al sur de Guayaquil, quienes a través de juegos infantiles narraron los conflictos y opresiones sociales que suceden en la Isla, tanto en la sociedad como al interior de sus familias.
Surge también de una inquietud personal que acompañó a Jenny a lo largo de su carrera:
“Cuando era adolescente, seguido me preguntaba quién era yo, para mí y para los demás. Cuando ingresé a la universidad volví a encontrarme con esta interrogante a través de juegos y ejercicios. Lo primero que encontré es que, aparte de ser cristiana, yo soy una mujer negra cargada con otros prejuicios. Aprendí que necesitaba fortalecer mi identidad como persona y que otros en mi contexto también lo necesitan”.
Jenny identificó esta misma necesidad en los adolescentes de su comunidad:
“¿Quiénes son los adolescentes y quiénes son ellos para las personas de la Isla Trinitaria?
¿Qué opinan ellos mismos sobre quiénes son para la sociedad?”
Ella se contactó con varios jóvenes a través de amigos y su iglesia, pero no los conocía personalmente:
“Lo primero que hicimos fue una noche de talento para conocer los intereses de los chicos, después hicimos un taller de danza con ellos y luego un taller sobre ética y valores. Así se armó el círculo para la creación de la obra”.
La creación colectiva fue motivada desde tres actividades. La primera de exploración individual, que consistía de bitácoras o diarios individuales con el registro personal de los cuatro meses por escrito y en vídeo. La segunda, abordó el trabajo colectivo con juegos infantiles que exploraron la conciencia comunitaria. Y en la tercera, se trabajó en la creación de la obra.
“La obra debía ser un espacio seguro para que los adolescentes se expresen sin ser juzgados, con la esperanza de que, una vez expresadas sus vivencias, se sentirían mejor”.
Jenny comprende su papel en el trabajo con la comunidad, como una guía, en lugar del tradicional rol de directora. Entiende el componente comunitario en el ejercicio profesional, como una necesidad, en lugar de una motivación. Esta empatía y humildad no solo fue necesaria en ella, sino en todos los participantes.
“Uno de los aportes principales es el compartir del trabajo individual, entender quién soy yo y quiénes dicen los demás que son”.
De esta actitud surgieron varios aprendizajes y también recursos para afrontar los desafíos del proyecto.
“Una de las cosas más valiosas fue ser testigo del desarrollo personal de los chicos durante el proyecto, tanto en sus habilidades como también en su pensamiento crítico sobre la obra. Aprecio, no solo la impecable actuación de los adolescentes, sino también la intervención en el espacio de la universidad que a través de la arena y las piedras anima a la mirada externa que se tiene sobre ella. “Voces de la Isla Trinitaria” les plantea la pregunta ¿Quiénes son sus habitantes para ti?”.
Desde estos aprendizajes, Jenny nos extiende la siguiente invitación, a todos quienes conformamos la CECE:
“En la CECE se fortaleció la importancia que le doy a la comunidad, a ser parte de ella y trabajar con ella, como respuesta hacia mi fe. En las comunidades se viven realidades muy dolorosas pero que son también muy motivadoras, y en ellas, por lo tanto, hay mucho aprendizaje vital. Recupero las palabras de Heidegger, quien identifica a la iglesia como una comunidad “liberadora”, creo que esa perspectiva es importante para el ejercicio de cualquier profesión, no solo del arte.
Yo animo a los estudiantes de CECE a que se identifiquen también con la necesidad de trabajar con y por la comunidad, con esta perspectiva liberadora. Creo que todo proyecto debe reconocer la identidad de la comunidad y del individuo. También que es necesario saber ser parte de la comunidad en la que trabajas. Experiencias así no solo dejan aprendizajes, también dejan sueños. Yo ahora tengo el sueño de un espacio para la creación de artes escénicas en la Isla Trinitaria, que sea refugio para sus jóvenes, es un objetivo y un motivo de oración”.
Todo el proceso de creación colectiva, involucra varias perspectivas y nos invita a pensar también sobre nuestra fe e identidad, dialogada con el arte en la comunidad. Cierro invitándoles a disfrutar de la puesta en escena de “Voces de la Isla Trinitaria” , en este enlace.
Jenny Jaramillo
Es profesional de la Universidad de las Artes, en la escuela de Creación Teatral. Fue coordinadora de su Grupo Universitario por varios semestres en la U Artes.
Isabela Pineda
Es egresada de la carrera de Arquitectura en la PUCE. Fue coordinadora de su Grupo Universitario y parte de la CNE un año. Actualmente forma parte de la iniciativa Logos y Cosmos de IFES.