A veces tenemos la impresión de que el Espíritu Santo está ausente en el Antiguo Testamento. O pensamos al menos que aquel del Antiguo Testamento es una entidad diferente al del Nuevo Testamento. Ofrezco en esta serie de blogs una revisión panorámica sobre la persona y obra del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y en Lucas-Hechos. Esta revisión no pretende ser exhaustiva, pero sí quiere ofrecer a los estudiantes y profesionales de la CECE caminos por dónde seguir explorando con más profundidad. Lo que comparto a continuación tuvo su primera forma en el curso de Pneumatología y Eclesiología, al que fui invitado a enseñar en el Seminario Teológico Bautista del Ecuador (Quito) en el año 2020. Además de mis propios hallazgos, hay dos autores, entre varios, que influyeron mucho en la forma y contenido de lo que voy a exponer: Christopher J. H. Wright (teólogo evangélico anglicano) y Juan Driver (teólogo menonita-anabautista).
El Espíritu creador
El Espíritu está presente en la creación (espíritu, viento, soplo, respiración; hebreo=ruah, griego=pneuma). Desde el primer relato bíblico se describe al Espíritu como sobrevolando y hablando en medio del caos total, las tinieblas y el abismo: “…y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1:2, NVI); “Y dijo Dios…” (Génesis 1:3; decir=hablar, aliento). El Espíritu es a través de quien Dios llama a la creación a ser (armonía, luz y plenitud), superando así un estado de anti-creación o no-creación (caos, tinieblas y abismo). Esta es una nota esperanzadora para su pueblo, sus criaturas y el resto de la creación de Dios: el caos, las tinieblas y el abismo NO tienen la última palabra. El proyecto de la creación se inicia y afirma por el Espíritu de Dios: armonía, luz y plenitud.
La narración bíblica también caracteriza al Espíritu creador como sosteniendo y renovando la creación. En el Salmo 104 se afirma que todas las criaturas y no-criaturas dependen del Espíritu de Dios para su vida: “…si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo. Pero si envías tu Espíritu, son creados, y así renuevas la faz de la tierra. Éstas también son buenas noticias: ¡Dios está comprometido con el origen, sostenimiento y futuro de su creación! (ver también, Job 34:14-15; Salmo 104; Salmo 145:15-17; Lucas 12:22-28; Mateo 10:29).
Al Espíritu creador se lo caracteriza también como aquel soplando el aliento de vida que sostiene la vida física y espiritual del ser humano. Esa es una gran paradoja de la vida humana: la vida material depende del Espíritu de Dios, estamos vivos físicamente; pero por causa del pecado estamos muertos espiritualmente. Somos seres vivientes gracias al soplo del hálito de vida (Génesis 2:7), pero estamos muertos espiritualmente ya que el SEÑOR dijo: “Mi espíritu no permanecerá en el ser humano para siempre, porque no es más que un simple mortal…” (Génesis 6.3)
En el contexto del capítulo 8 de Romanos se representa al Espíritu creador como gimiendo en labor de parto dando a luz a la nueva creación. Sus gemidos se unen a los gemidos de la creación y a los de los hijos de Dios (Romanos 8;22, 23, 28). Son gemidos que claman por la nueva creación y anuncian la venida inminente de la misma: la adopción, la redención, es decir la restauración de todo lo creado. Obviamente el libro de Romanos no es parte del Antiguo Testamento, pero en el capítulo mencionado se recogen por parte del Espíritu los dolores de la creación y los anhelos de salvación y liberación de su pueblo desde la caída.
En estos tiempos de pandemia donde un virus ha modificado drásticamente nuestro estilo de vida y la gestión de la crisis sanitaria por parte de los gobernantes de la región ha sido negligente, es esperanzador recordar quién es y qué hace el Espíritu creador. El Espíritu de Dios está sobrevolando y hablando en medio del caos, tinieblas y oscuridad, llamando a la creación a ser; el Espíritu sostiene y renueva la creación; el Espíritu sigue soplando su hálito de vida y permitiéndonos vivir; el Espíritu de Dios gime y recoge nuestros gemidos y los de la creación, así clamando y anunciando la nueva creación. ¡Con esperanza y convicción podemos afirmar que la crisis y su mala gestión no tienen la última palabra, gracias a la acción del Espíritu!
Josué Olmedo
Josué O. Olmedo Sevilla actualmente sirve en el equipo de Conectar con la Universidad de IFES América Latina y es parte de la Iniciativa Cosmos y Logos de IFES. Josué sirvió como Director Nacional de la CECE del 2012 hasta el 2019. Odontólogo de profesión. Casado con Ruth Hicks y padre de dos niñas.