“Entrelazados por el Espíritu, enviados a la misión” es nuestro lema para el 2021, a partir de las reflexiones del libro de Hechos. Algunas semanas atrás, Brett nos ayudó a entender el porqué de la frase Entrelazados por el Espíritu, hoy vamos a explorar la frase: Enviados a la misión.
En la actualidad, es común que toda organización realice su declaración de misión, una frase que describe su razón de ser como institución. La misión de la CECE es: Compartir el Evangelio de Jesucristo, formar discípulos y servir en el contexto universitario y en el ámbito laboral del Ecuador, basados en los valores del Reino de Dios.
La misión de la CECE a universitarios nace directamente del corazón de la misión de Dios, que se cuenta a lo largo de la narrativa bíblica. Christopher Wright, en su libro La Misión de Dios, afirma: “La misión de Dios es redimir a toda la creación, quebrantada por el pecado y el mal, en la nueva creación, poblada por los redimidos de todas las culturas, a través de la cruz y la resurrección de Cristo. Teniendo claro que la misión es de Dios, nuestra misión como creyentes y discípulos es responder a su llamado e invitación a ser parte de su pueblo, comprometidos en la redención de toda la creación” (p.25).
Nuestra misión en la Universidad entonces responde a y participa en la misión de Dios y su propósito redentor para las vidas de nuestros compañeros de clases; y también a cada área de conocimiento, junto con las mismas estructuras de la Universidad y la sociedad. Somos llamados a ser testigos del Evangelio de Jesús en el contexto universitario y laboral.
De las múltiples historias de misión narradas en Hechos, quisiera resaltar una característica que se evidencia en las primeras comunidades de fe y que sigue siendo un desafío para nosotros hoy. Después de la ascensión de Jesús en Hechos 1:8, la comunidad de creyentes (mayormente judíos) es llamada a ser testiga de Jesús en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra. Los discípulos son enviados a cruzar fronteras geográficas y étnicas para compartir el mensaje de Jesús, su vida, muerte y resurrección. Algunos ejemplos son: el encuentro de Felipe con el etíope (Hechos 8), la visita de Pedro a Cornelio (Hechos 10) y Pablo y su presentación pública del Evangelio en Atenas (Hechos 17). Cada uno fue impulsado por el Espíritu y enviado a la misión, lo que implicó cruzar fronteras geográficas y etnográficas, y así, participar en y cumplir la misión redentora de Dios para toda la creación. Como resultado se evidencia la formación de nuevas comunidades compuestas por personas de diversos trasfondos culturales, mujeres y hombres, esclavos y libres.
Sigue siendo un llamado y desafío para nuestra comunidad en misión hoy en día, el cruzar barreras étnicas, ideológicas, culturales, geográficas y de clase social. Sigue siendo un llamado y desafío compartir el amor de Dios con tus compañeros de aula, cruzar las barreras relacionales por las clases virtuales, conocer y servir a compañeros con distintas formas de ser o ideologías. ¿A qué somos enviados? A un alegre compromiso y participación en la misión de Dios para la reconciliación de toda la creación. A cruzar las fronteras geográficas y culturales, siendo un testigo de Jesús, que comparte la esperanza del Evangelio.
Libros recomendados:
- “La Misión de Dios” de Christopher J.H. Wright
- “Misión en Transformación” de David J. Bosch