- Cristo ha resucitado.
- ¡Verdaderamente ha resucitado!
En muchas tradiciones, los cristianos se saludan con este intercambio durante el domingo de resurrección. Cada domingo, pero particularmente el domingo de Pascua, la iglesia en todo el mundo celebra la resurrección del Señor Jesús de entre los muertos. En este sublime misterio cósmico, Dios mismo, hecho carne, murió y volvió a la vida, derrotando así a la muerte misma. Es el suceso que testificaban los apóstoles y marca un claro antes y después en nuestra historia.
¿Por qué es tan importante la resurrección de Jesús? En 1 Corintios 15, Pablo afirma que, si Jesús no resucitó, nuestra fe sería vana y nosotros, dignos de lástima. No tendría sentido sufrir por el Evangelio, y mucho menos morir por él, como lo hicieron muchos de esos primeros testigos. Nos dice, además, que la resurrección de Jesús garantiza que un día, nosotros también resucitaremos. Él fue el primero, pero no el último. Así, la resurrección de Jesús inauguró la nueva creación. ¿Qué implica esto para nosotros hoy?
En primer lugar, significa que la muerte ya no tiene la última palabra. Ese enemigo que por siglos nos ha torturado ha perdido su fuerza, y un día será totalmente destruido. Asimismo, los estragos y las sombras de la muerte —la enfermedad, el duelo, el miedo— también dejarán de existir. Dios promete nuestra propia resurrección a una vida libre de dolor y llanto. En nuestro contexto actual vemos muchas señales de muerte, tales como la violencia, la degradación del medio ambiente y el quebranto relacional, emocional, espiritual y físico. Muchos hemos acudido al libro de Job, en el que Dios nos invita a quejarnos delante de Él. En ese libro observamos que, detrás de nuestra realidad visible, hay otra dimensión misteriosa en la que Dios está obrando. En medio de todas las quejas de Job, se vislumbran momentos de profunda esperanza. Cuando Job clamó “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo” tal vez no entendía la magnitud de lo que estaba diciendo. En efecto, su Redentor (y el nuestro) se levantó de la tumba. Job sí lo verá con sus propios ojos, ¡y nosotros también! Como dijo la escritora Madeleine L’Engle, la Pascua es la respuesta a la pregunta más desgarradora: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
En segundo lugar, la resurrección le da sentido a nuestra misión. Como dice Pablo al final del capítulo, “nuestro trabajo en el Señor no es en vano”. En la eternidad veremos una continuidad con nuestro llamado en esta vida. Nuestro sufrimiento no solo tiene una fecha de caducidad, sino que además cobra un nuevo sentido. En este complejo y sublime misterio, seremos resucitados con un cuerpo apto para esta nueva creación y veremos los frutos de nuestro trabajo para el reino de Dios. Cada vez que le hablamos de Jesús a un amigo, cada vez que ayudamos a una amiga en necesidad, cada vez que luchamos por la justicia, cada vez que servimos mediante nuestros estudios y profesiones… cada paso que dimos para el Señor tendrá su eco en la nueva creación. Eso nos da las fuerzas que necesitamos para seguir nuestra faena hoy. Como escribió Federico Pagura en su himno tan amado por nuestro movimiento estudiantil:
Porque una aurora vio su gran victoria
Sobre la muerte, el miedo y la mentira,
Ya nada puede detener su historia
Ni de su reino eterno la venida.
Por eso es que hoy tenemos esperanza,
Por eso es que hoy luchamos con porfía,
Por eso es que hoy miramos con confianza el porvenir.
Gisela Muñoz
Es miembro del Equipo Regional de IFES para América Latina y sirve como Coordinadora Subregional del Caribe hispano. Fue obrera y Secretaria General del movimiento estudiantil de Puerto Rico y vive en San Juan.