Soy Jouseth, coordinadora nacional de trabajo con profesionales de la CECE. Hace un par de semanas escribí sobre la importancia de invertir hoy en la vida de estudiantes y así ver el impacto que sus vidas profesionales traen a la sociedad en distintas maneras. Y eso fue lo que evidenciamos en nuestro Encuentro Nacional de Profesionales CECE 2020 a través de cada exposición, taller, testimonio compartido en grupos pequeños, anécdota y desafío.
Hoy quiero compartir la alegría y agradecimiento que siento al escuchar, compartir y conocer a profesionales de distintas generaciones de la CECE. Uno de los objetivos pensados para este Encuentro era lograr la integración generacional entre todos los participantes, y en efecto, disfrutamos de conocernos e interactuar en grupos pequeños y en los talleres que tuvimos.
El 50% de los profesionales inscritos tenían edades entre 23 a 34 años y el otro 50% de los 35 años en adelante. Contamos con un total de 72 profesionales de las ciudades de Riobamba, Loja, Quito, Guayaquil, Ambato, Tena y familia de la IFES. Estoy muy agradecida por la representatividad de las ciudades y generaciones participando de este espacio. Con esto, animamos e invitamos a que los profesionales participen en los espacios regulares que existen en la CECE.
A continuación, tres profesionales nos cuentan sobre cómo este evento contribuyó en la formación de su corazón de discípulos en la vida profesional. Escuchemos a Luis, Geovanna y Karolyne.
Les saluda Luis y Geovanna; somos esposos hace 8 años, ambos docentes y muy felices de pertenecer al Núcleo de Profesionales de la CECE Quito. Fuimos afortunados de participar en el Encuentro Nacional de Profesionales 2020 y deleitarnos con la Palabra de Dios en las voces de grandes expositores.
Este encuentro nos recordó y encaminó nuevamente a seguir formando nuestro corazón de discípulos en la vida profesional con frases que se han quedado retumbando en nuestras mentes como: “La sociedad discrimina pero tú, no”, “Compadécete con las aflicciones de los demás”, “No hay nadie con quien no puedas aprender”, “El Sabbat y el trabajo no son opuestos, se relacionan como un todo integral”, “El amor del Señor es leal sin espacio para ser corrompido”.
Como profesionales, sabemos que lidiar con el acontecer diario no es tarea fácil, sin embargo, este encuentro nos animó aún más a amar a otros con el amor de Jesucristo y sobre todo abrió nuestro corazón al servicio de su Reino.
Les animamos a todos los futuros profesionales a no desfallecer y continuar con la proclamación del evangelio desde el lugar donde se encuentren.
Hola, soy Karolyne, graduada de Economía de la Universidad de Guayaquil, maestrando en la Carrera de Gestión para la Dirección Pública. Serví como coordinadora estudiantil en mi Grupo Local y a nivel nacional de la CECE, actualmente soy Profesional de Apoyo en Guayaquil.
Recuerdo que en el Campamento Nacional de la CECE 2016, yo siendo aún estudiante, fuimos enviados con el lema de “Vocación, Conflicto y Esperanza” basados en el libro de Isaías. Al momento estaba en la mitad de mi carrera y escuchar eso fue determinante no sólo para entender el llamado de Dios a sus hijos, sino el entregarnos como instrumento de sus manos, por amor a su nombre y honrando a quienes nos precedieron.
Esta convicción cobró mayor sentido al participar en mi primer Encuentro Nacional de Profesionales, al estar rodeada de testimonios de lucha, historia y aflicciones; que junto a la comunidad permanecen conectados en la militancia de la fe y de la misión evangelizadora.
El ser discípulos siendo profesionales es una gran responsabilidad en nuestra ética y compromiso sobre quiénes somos en el contexto donde nos encontramos. Pese a acumular años y experticia, el Señor nos exhorta a seguir siendo humildes y sembradores de la palabra en medio del qué hacemos.
El corazón del discípulo en la vida profesional se cansa y se fatiga, y no existe rol o edad que pueda invalidar esas emociones, sin embargo, bienaventurados son los que ponen límites y en un ejercicio constante de confianza, aprende a delegar y a descansar en comunidad, porque del Señor son los ritmos de nuestra vida. El Señor también nos llama a cultivar una fe intelectualmente fuerte, comprometida con la Ética y la Verdad, no como excusa para golpear ni discriminar a los demás; más bien propiciando una actitud reconciliadora que busca presentar a Cristo en las reflexiones teológicas de índole político e ideológico. Todo esto es parte de la gran narrativa del siervo de Cristo, que en las batallas y caminos que escogemos, Él sigue siendo el autor e inspiración de nuestros pasos.