Hace pocos días terminó el Encuentro Cristiano Universitario Andino (ECUA), en Lima, Perú. Fue un tiempo especial de formación en misión integral de la subregión andina de IFES, reuniendo a las delegaciones de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Tuvimos el privilegio de escuchar exposiciones del libro de Habacuc y del Sermón del Monte, bajo el lema: “Eco de esperanza: el canto que nace en la oscuridad y el silencio”.  

Hoy compartimos con ustedes parte de la exposición de Carmen Castillo, Secretaria General de IFES América Latina, quien compartió el tema: Ecos de felicidad. 

El eco es la repetición de un sonido al rebotar contra una superficie. Ante nuestros llamados, podemos recibir un eco más o menos potente dependiendo de dónde estemos. 

Lo mismo ocurre en nuestra vida.  

Si estamos más cerca de Dios y del reino de los cielos, como señala Mateo, podremos escuchar con mayor claridad el eco de la voz del Señor, con sus estatutos y planes para este reino, pero si nos alejamos de Él, muy rápidamente otros ecos querrán tomar ese lugar, como los ecos que tienen que ver con valores y visiones muy lejanas de lo que Dios está esperando de nosotros. 

Por otro lado, cuando hablamos de felicidad, los países de la región andina están en los últimos lugares de acuerdo con el ranking de felicidad. Pareciera ser que quienes ocupan esos primeros lugares son países con mayor solvencia económica y donde las necesidades básicas parecen estar cubiertas. Por lo mismo, corresponde preguntarse, ¿qué es lo que nos hace felices como países o como personas? 

Jesús nos va a proponer una nueva forma de encontrar la felicidad, que será siguiendo los preceptos del nuevo reino instaurado por su venida. Sin embargo, debe aclarar algunos puntos a las personas que lo han venido siguiendo. En este primer tiempo de su ministerio él ha sanado personas, las ha liberado de demonios, y sanado enfermedades muy complejas para la época; mucha gente quiere acercarse a él, en búsqueda de sanidad, pensando que así encontrará su completa felicidad, pero Jesús debe ser más claro que no será solo la sanidad la que los hará felices, sino que el tener como perspectiva que ahora podrán participar de su reino, y para eso va a asentar las bases de éste en un sermón que dará en la montaña. 

Será ahí que va a disponer los nuevos estatutos de su Reino, y al igual que Moisés en el Sinaí, cuando sube al monte a recibir los Diez Mandamientos, él subirá a otro monte para entregar estas nuevas normas que van más allá del cumplimiento formal de la ley, y que partirá dando las “Bienaventuranzas”, la dicha de aquellos que estén dispuestos a seguirlo. 

Cada una de aquellas cláusulas que Jesús estipula en la primera parte del sermón, tendrá una recompensa, que irá desde la pertenencia de este reino de los cielos, el consuelo, la tierra como herencia, la saciedad, la compasión, el ver a Dios y el ser llamados hijos e hijas de Él. Pero para eso, cada persona que quiera ser ciudadano de este reino de los cielos deberá transformarse en una persona dichosa al cumplir sus estatutos.  

Estas normas, no son fáciles de seguir, y podemos dejarlas solo como una buena declaración de intenciones. Las excusas pueden ser muchas: porque fueron dadas hace mucho tiempo, porque son muy idealistas, o porque no se ajustan a los requerimientos del mundo actual, pero la realidad es que Jesús sí espera que las cumplamos y que podamos ser referentes en nuestro entorno, no por una justicia dada por la forma, sino una justicia que implica desafío, renuncia e incluso sufrimiento, y que probablemente nos llevará el resto de nuestras vidas. 

Si estamos más cerca del mundo, recibiremos su eco, y seremos seducidos para hacer las cosas a su manera, buscando el éxito, la riqueza e incluso la arrogancia, pero si estamos más cerca del Señor su eco resonará en nuestra vida para darnos esperanza, pero también la felicidad de estar siendo consecuente con el Señor a quien servimos. 

Carmen Castillo

Carmen Castillo

Actual Secretaria General de IFES para América Latina. Sirvió como Secretaria General de GBUCH, en el Equipo Regional coordinando el Conosur y la iniciativa global de ISD. Ha colaborado en equipos como Impact Ministry, Planificación Estratégica, Gobernanza, y Mujeres de IFES. Sirve con Jorge, su esposo, en la Iglesia Encuentro con Cristo en Santiago de Chile, como pastores asociados.