En medio de la crisis mundial que estamos atravesando, muchos de nosotros hemos sufrido pérdidas en distintos niveles. El fallecimiento de un ser querido, el no poder acompañar a un amigo en su momento de dolor, los despidos repentinos, la incertidumbre frente a continuar los estudios universitarios, etc. Cada gran pérdida conlleva un tiempo de duelo. En este blog quiero compartir unos breves apuntes, revisados en el taller “Lamento y Duelo” ofrecido hace varias semanas por la CECE. De esta manera cerramos el tema del blog anterior sobre Lamento: un grito en medio del dolor.

¿Qué es el duelo?

El duelo es la vivencia de procesar una pérdida, no se refiere únicamente a la muerte de un ser querido. Por ejemplo, la pérdida puede ser un divorcio, una enfermedad, atravesar una infidelidad, un sueño frustrado, no poder continuar los estudios universitarios, la quiebra de un negocio, una ruptura sentimental, una discapacidad, etc. El duelo es una etapa estresante que produce temor y genera muchas preguntas. Se estima que dura aproximadamente dos años, sin embargo, cada persona tiene un ritmo distinto para acoplarse a las pérdidas (Gallego, Marín y Vásquez, 2013).

Es normal que al vivir un duelo aparezcan una diversidad de pensamientos y emociones como tristeza, ira, culpa, ansiedad, impotencia o alivio. Además, puede haber malestar físico como falta de energía, sensación de ahogo, debilidad o dolor de cabeza. El comportamiento cambia y la persona puede llorar con frecuencia, aislarse, tener dificultades para dormir, reaccionar de forma agresiva, perder el apetito, entre otros síntomas (SECPAL, s.f.).

Cuando perdemos a alguien o algo importante para nosotros, pasamos por una serie de etapas de dolor que al parecer son universales. Según Elisabeth Kübler-Ross en su libro “Sobre la muerte y los moribundos”, estas etapas son cinco. En medio de cada una, puede florecer un hilo de esperanza común: “Mientras hay vida, hay esperanza. Mientras hay esperanza, hay vida”.

Estas etapas no necesariamente se producen en un orden específico, ni duran lo mismo para todas las personas. Pueden ser guías útiles en el proceso de duelo, para ayudarnos a entender y poner en contexto la nueva situación. Estas etapas son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Hacer frente a la pérdida es, en última instancia, una experiencia profundamente personal y singular, nadie puede evitarnos el dolor ni entender por completo las emociones por las que estamos pasando. Sin embargo, el acompañamiento de otros puede ser de gran apoyo en este proceso.

¿Cómo trabajar el duelo?

Lo mejor que podemos hacer es permitirnos sentir el dolor. Es muy importante reconocer la pérdida y expresar de manera saludable las emociones y pensamientos que lo acompañan. Escucha a tu cuerpo, si necesita descansar, dormir, ejercitarse; cuida de ti en los detalles más pequeños. Te animamos a fortalecerte junto con tu red de apoyo.

Las ceremonias de despedida ayudan a expresar los sentimientos ante una pérdida, ordenan un poco el caótico estado emocional, dan sentido a los acontecimientos vitales y permiten la construcción social de significados compartidos. Esto permite tomar consciencia e iniciar un proceso de duelo (Alarcón, et al, 2020). Algunas ideas para despedirnos pueden ser recolectar fotos, videos, elaborar una caja de recuerdos, escribir cartas al ser querido, a ti mismo o a Dios, llevar un diario, pintar. En medio de la situación del COVID-19, con el aislamiento, ha sido imposible tener funerales de manera presencial. Es importante considerar la opción de aplazarlos para cuando sea posible llevarlos a cabo.

El rol de comunidad

La familia, amigos y comunidades de fe son un soporte fundamental para la vivencia del duelo. Ellos pueden acompañar de varias maneras. Es importante preguntar qué necesita la persona que sufre y cómo se puede ayudar.

Podemos estar presentes, mostrarnos disponibles para escuchar y permitir que la persona hable sobre el tema y exprese sus sentimientos con libertad. Evitemos juzgarle o interrumpir su llanto. Nuestra comunicación no verbal es significativa: un abrazo, sostener su mano, acompañar en silencio. Que nuestras palabras sean suaves y de consuelo.

En las Escrituras

En Juan 11:17-44 miramos a Jesús frente a la muerte de Lázaro. Fíjate en la escena, sus hermanas Marta y María están llorando, la comunidad entera se lamenta y les da consuelo. Hay mucho dolor y en medio de eso, Jesús recibe preguntas y reclamos. Él escucha, está presente, llora con ellas y les ofrece esperanza.

Recursos recomendados

Si quieres conocer más detalles del proceso de duelo y otras tareas específicas, puedes revisar el Taller: Lamento y duelo: un grito en medio del dolor, haciendo click aquí https://www.somoslacece.com/lamento-y-duelo/

  • Alarcón, Eva, et al. (2020). Guía para las personas que sufren una pérdida en tiempos del Coronavirus. Pautas elaboradas por profesionales especialistas en duelo y pérdidas. España. Recuperado de: http://www.ipirduelo.com/wp-content/uploads/GUI%CC%81A-DUELO-COVID19-2020.pdf
  • Gallego, C., Marín, E. y Vásquez, E. (2013). Mejor son dos que uno. Guía y Manual de consejería pastoral para el siglo XXI. Quito, Ecuador. Impresos Andinos.
  • Lennox, J. (2020). ¿Dónde está Dios en un mundo con Coronavirus? Andamio Editorial. España
  • SECPAL. (s.f.). Guía para familiares en duelo. España: SECPA

Andrea Utreras es Psicóloga Clínica de la UDLA. Actualmente sirve como asesora de CECE Quito con la PUCE y UPS Girón.