En un tiempo de dolor y sufrimiento como estamos viviendo por el impacto global de virus COVID-19 hay muchas preguntas que surgen en cuanto la presencia de Dios, el sufrimiento y dónde se encuentra la esperanza en medio de la oscuridad. Hoy en el blog compartimos un resumen de algunas ideas centrales que responden a estas preguntas del libro ¿Dónde está Dios en un mundo con Coronavirus? Escrito por el PhD John Lennox académico en las áreas de ciencia, filosofía y religión, y profesor de la Universidad de Oxford Inglaterra. La versión completa del libro se puede acceder aquí.
A continuación, quiero compartir algunas reflexiones que el autor hace sobre este período que el mundo está afrontando.
EL DOLOR
En tiempos de crisis, lo que buscamos es esperanza. El coronavirus nos confronta a todos con el problema del dolor y el sufrimiento. La experiencia humana nos enseña que el dolor es importante en nuestras vidas. En primer lugar, el dolor nos advierte del peligro. En segundo lugar, el sufrimiento y el dolor pueden contribuir a la formación del carácter. El autor Fiódor Dostoyevski, escribió: “No puedo imaginar una persona grandiosa que no haya sufrido… el sufrimiento y el dolor siempre son necesarios para llegar a tener una inteligencia elevada y un gran corazón”.
SI EXISTE UN DIOS AMOROSO ¿POR QUÉ SURGIÓ EL CORONAVIRUS?
La ecologista vírica, Marilyn Roossinck, dice que los virus son esenciales para la vida, y que, como mucho, sólo el 1% son patógenos (dañinos para sus huéspedes). Así que los virus son principalmente beneficiosos, y tan solo una pequeña proporción de ellos es dañina para los seres humanos, como es el caso del Covid-19. Al parecer los virus son esenciales para la vida. Si hay un Dios creador, entonces Él mismo creó estas cosas. Pero ¿no podría Dios haber creado un mundo libre de patógenos virales? ¿No podría haber creado una vida en la que nunca sucediera nada malo y los virus siempre fueran beneficiosos? ¿No podría haber creado seres que nunca hicieran lo malo?, se pregunta Lennox.
Dios podría haber creado un mundo de robots que simplemente actuaran de forma programada, pero ese mundo no habría incluido a los seres humanos. Uno de los más grandes regalos que Dios nos ha dado es la capacidad de tomar decisiones y esto nos permite experimentar cosas maravillosas como el amor, la confianza y relaciones genuinas con Dios y con otros. Aun así, esa misma capacidad buena y maravillosa nos da la posibilidad de hacer el mal, aunque no nos da permiso para hacer lo malo. El Nuevo Testamento establece claramente que Dios nunca es autor del mal; en otras palabras, el mal es posible en nuestro mundo, pero no es Su plan para el mundo que Él creó.
Si aceptamos que estamos en un universo que nos muestra una imagen tanto de belleza biológica como de patógenos mortales, ¿hay alguna evidencia de que existe un Dios a quien podemos confiarle las implicaciones de nuestra realidad y de nuestra vida?
EVIDENCIA DE AMOR
El cristianismo afirma que el hombre llamado Jesucristo es Dios encarnado, y en el centro del mensaje cristiano está la muerte de Jesucristo en una cruz. Pero si Él es Dios encarnado, ¿qué estaba haciendo en una cruz? Bueno, entre muchas otras cosas, significa que Dios no se ha mantenido alejado del dolor y el sufrimiento humano, sino que Él mismo lo experimentó. Por lo tanto, un cristiano no es alguien que ha resuelto el problema del dolor, el sufrimiento y el coronavirus, sino una persona que ha llegado a amar y confiar en un Dios que también ha sufrido. En un mundo roto, dañado por las consecuencias del pecado, el dolor y el sufrimiento son inevitables.
C. S. Lewis escribió: “El dolor es el megáfono de Dios para despertar a un mundo sordo”. Quizás el coronavirus sirva como un gran altavoz. Si esto nos lleva a mirar al Dios que quizá hemos ignorado durante años, el coronavirus a pesar del caos que ha desatado habrá cumplido un propósito muy saludable.
CRISTIANISMO RESPONSABLE
Seguir las recomendaciones de los médicos no demuestra incredulidad. Dios puede protegernos y sanarnos, pero espera que seamos sabios y que usemos todos los recursos que nos ha dado, incluyendo la medicina. El distanciamiento social no es una expresión de egoísmo, sino de un amor al prójimo que busca proteger a los demás. Amar al prójimo también significa que las personas en mejores condiciones tendrán el importante papel de ayudar a los más vulnerables (hasta donde lo permitan las circunstancias y regulaciones).
Debemos acatar las reglas que buscan disminuir contagios así no pondremos en riesgo nuestra salud y la de otros, en especial en situaciones en las que tenemos que autoaislarnos o cuando estamos en un área que está en cuarentena. Y también debemos buscar maneras de amar a otros de forma sacrificada, porque así es como Dios ha amado a todos los cristianos en la persona de Su Hijo, al morir por ellos en la cruz. Amar a nuestro prójimo también significa evitar esa actitud egoísta e histérica frente a la comida y los productos de primera necesidad, que hace que las tiendas queden vacías y que nuestro prójimo no pueda conseguir lo que necesita.
RECORDANDO LA ETERNIDAD
Los primeros cristianos, que vivían en un mundo peligroso donde estaban rodeados de toda clase de amenazas y donde la esperanza de vida era relativamente baja, obtuvieron fuerzas para vivir sacrificialmente, contribuyendo en gran manera al bienestar de otros, porque tenían una esperanza viva y real que iba más allá de la muerte.
En la Biblia, Juan nos habla de lo que Jesús traerá un día: nada menos que una nueva creación.
“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir… Dios mismo estará con ellos [con Su pueblo] y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir”.
(Ap. 21:1, 3b-4)
El coronavirus y todas las plagas que han devastado el mundo dejarán de existir; pero la corona de justicia que se les dará a aquellos que aman al Señor Jesús nunca perecerá ni se desvanecerá. ¿En dónde encontramos paz en medio de una pandemia? Solamente en Jesús. La cuestión para todos nosotros es esta: ¿vamos a confiar en Él?
* Este artículo se ha construido con citas del libro: “¿Dónde está Dios en un mundo con coronavirus?”
Referencia: Lennox, J. (2020). ¿Dónde está Dios en un mundo con coronavirus? Distribuido por Andamio Editorial.
Eddy Vásquez, Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones. Actualmente Eddy sirve como Profesional de Apoyo en la CECE.