La virtualidad ha traído nuevos desafíos, más barreras y también oportunidades. La misión no se detiene. El libro del año, Hechos, nos invita una y otra vez, a cruzar fronteras. Hoy escuchamos las voces de dos estudiantes, quienes nos cuentan cómo el Espíritu Santo nos está impulsando a cruzar fronteras en las aulas virtuales para compartir las Buenas Noticias.

Kerly Cando

El empezar la universidad de manera virtual ha sido un reto, desde acostumbrarse a recibir clases a través de una pantalla, hasta llegar a hacer amigos. Para mí fue un gran apoyo contar con mi Grupo Universitario (GU) desde el día uno, si tenía alguna pregunta sobre la U me ayudaban a resolver mis dudas. Algo que puedo resaltar de mi GU, es que fuimos los primeros en usar el InstaProxi, una herramienta en base a varias preguntas, que sirve para iniciar diálogos de fe con nuestros amigos, a través de Instagram. Con esto, logramos tener varias conversaciones intencionales, algunas con personas de la universidad y con otras personas externas. Para varios de los chicos fue reconfortante recordar, después de hacer el InstaProxi, que no eran los únicos en su fe y que podían seguir explorando y conociendo más acerca de Dios en el GU.

Dios también fue bueno al permitirme conocer a quienes son mis amigos actualmente. Hasta ahora he compartido más sobre mi fe con una de mis amigas, ella se considera atea, pero de todas formas siempre está dispuesta a escuchar. Al principio, hablarle de lo que creo fue un reto porque esto me llevaba a pensar en cómo explicar ciertas cosas de la biblia para que ella también pueda comprender de qué estoy hablando, saliendo así de mi zona de confort. Incluso le he invitado a algunas reuniones del GU, a las cuales ha asistido y ha agradecido que, aunque no crea lo mismo que nosotros, ella sea tomada en cuenta para participar.

Al cruzar fronteras en mi aula virtual, me ha impactado ver cómo Dios puede actuar a través de cualquier situación. Su misión no para y qué alegría que Él nos tome en cuenta en su plan para esparcir las Buenas Noticias del Evangelio con nuestros compañeros de universidad.

Lisseth Muñoz

Soy de la generación de estudiantes que no conoce la universidad. Cuando termine el Pre Universitario en marzo del 2020 dije: “Ahora si pertenezco a la Universidad de Guayaquil”, pero como saben, la pandemia cambió muchos planes. Al principio fue difícil la adaptación, las unidades educativas no fueran las únicas que se mudaron a la virtualidad, sino que la CECE también tuvo que adaptarse a los cambios. Pasar de grupos pequeños en los patios y parques de la universidad, a salas de Zoom también fue un desafío. Después de asistir a los talleres de Grupos Pioneros, debía iniciar un grupo en mi Facultad, pero… ¿cómo?

Me considero una persona muy sociable con facilidad de palabra al hablar, pero ¿qué haría si no podía acercarme a mis compañeros para contarles que había un espacio creado para hablar de Jesús en la universidad? Antes de abrir el GU, los miedos y las preguntas estuvieron presentes: “¿cómo los voy a invitar si no los conozco? Apenas logro ver sus rostros en la clase. ¿Cómo hablaré con ellos si nunca hay la oportunidad durante el tiempo en clases?”

Pasaron dos meses del inicio de clases para por fin empezar el grupo. Había estado pidiendo mucho a Dios que me dé un espíritu de valentía y no de temor. Estaba pidiendo por la vida de los chicos que estarían el grupo. Un día, después de las clases, compartí en mi estado de WhatsApp la invitación que había creado el grupo de comunicación para los grupos universitarios y algo ¡increíble pasó!

Personas de mi aula me escribieron preguntando de qué se trataba. Muy contenta comencé a explicar y a extender la invitación. Fue así que empezamos el grupo con cuatro estudiantes. Yo estaba tan emocionada, creo que necesitaba esas palmaditas en mi espalda que me diga: “Hija la obra es mía, tú eres mi herramienta”. Uno de los obstáculos era la comunicación con los chicos, así que mi Asesora me aconsejó que pruebe llamándolos por teléfono durante la semana, tal vez eso ayudaría a crear un vínculo. Eso funcionó muchísimo para crear un grupo estable, el estar en continuo contacto con ellos y no esperar a verlos solo en el grupo. Ahora el grupo ha crecido al unificarse los dos grupos de Administración, sentí como una inyección de energía. Nicolle y yo hacemos un buen equipo, dos cabezas piensan mejor que una. Ahora entendía por qué el Señor enviaba de dos en dos. Juntas hemos aprendido juegos virtuales y formas nuevas de incentivar a los chicos, por ejemplo, hacerles llegar los premios después de una competencia, ha sido realmente divertido, hasta el delivery fue una muy buena herramienta.

Me siento muy feliz por el grupo que tenemos y ver la obra de Dios en la vida de los estudiantes. Anima mucho ver el avance en sus vidas, siempre tienen muy buenas preguntas y como coordinadoras nos motiva a seguir aprendiendo más y a leer para intentar responder sus preguntas. También entendimos que no siempre sabremos las respuestas a todo, pero juntos podemos encontrarlas, recordando que es el Espíritu Santo quien nos impulsa a cruzar fronteras.

Kerly Cando

Kerly Cando

Es de Quito y está en su primer semestre de la carrera de Arquitectura en la Universidad Central del Ecuador, en la cual sirve como Coordinadora.

Lisseth Muñoz

Lisseth Muñoz

Es de Guayaquil y estudia la carrera de Administración de Empresas, en la Universidad de Guayaquil, actualmente está en el tercer semestre de la carrera y sirve como Coordinadora Estudiantil.