En esta serie de reflexiones alrededor del tema “Nación, historia e identidad”, a propósito de las celebraciones de los procesos de independencia acaecidos hace 200 años en nuestro país: en la primera entrega Alejandra Ortiz apuntaba a la realidad de la colonización y colonialidad con sus claroscuros y sus efectos para los pueblos del continente, y en la segunda entrega Ronald Rivadeneira señalaba los desencuentros que mayormente caracterizaron a los procesos independentistas, pues sus élites excluyeron a segmentos de la población de dichos proyectos libertarios y sus beneficios. Ambos también adelantaron cómo en estos contextos el Evangelio ofrece reconciliación y libertad a través de maximizar aquí y ahora el shalom para todos y todo.
En esta entrega propongo ofrecer algunos elementos más sobre la reconciliación que trae el Evangelio en situaciones de colonialidad y desencuentros. Con este fin exploremos dos discursos de Jesús en el Evangelio de Lucas. Un discurso se encuentra registrado en Lucas 4:16-30, el otro en Lucas 6:17-26.
Veamos el primer discurso. En su sermón en Nazaret, Jesús afirma que en su persona se cumplen la promesa del envío por parte del SEÑOR de un redentor que traería consuelo, reconstrucción y transformación. Esto lo dice luego de leer una porción del libro del profeta Isaías (cf. cap. 61). Ambos, tanto Isaías como Jesús, pronuncian proféticamente sus discursos en contextos ensombrecidos por la presencia de imperios, el babilónico y romano, respectivamente, que ordenan la vida de las naciones, incluyendo la del pueblo de Dios. Pero en medio de esa oscuridad el mensaje se escucha fuerte y claro: consuelo, reconstrucción y transformación que empiezan a tener forma concreta en el jubileo de Dios en la persona y obra de Jesús, es decir, buenas noticias para los pobres, liberación para los cautivos y oprimidos, y vista a los ciegos. En condiciones de colonialidad y desencuentros, las Buenas Nuevas de Jesucristo prometen y realizan consuelo, reconstrucción y transformación.
Ahora continuemos con el segundo discurso. En su sermón en algún llano de Galilea, y previa reconstitución del nuevo pueblo de Dios simbolizado en la elección de los doce apóstoles, Jesús promete que en él y en el reinado que él mismo encarna habrá un revés de las desdichas que son fruto de prácticas imperiales y coloniales: pobreza, hambre, tristeza y violencia. Así Jesús lo afirma en el conocido como Sermón del Llano (Lucas 6:17-26). Son bienaventurados los empobrecidos, hambrientos, tristes y las víctimas de violencia pues su situación cambiará en y por Jesús. Y a aquellos que provocan estas situaciones se les anuncia el juicio de Dios: ¡Ay de los ricos, satisfechos, indiferentes y vanidosos! Los procesos imperiales y colonizadores se caracterizan por prácticas extractivistas y de despojo: tierra, identidad y futuro. Y así dejan a las comunidades y personas en pobreza, hambre, tristeza y violencia. ¡Ay de aquellos! ¡Sí, ay de aquellos que en macro o en micro nos comportamos como el imperial dragón de Apocalipsis 12! Pero Jesús promete un seguro revés de estas lógicas y la instauración final del shalom.
En estos discursos Jesús no ha prometido directamente la reconciliación, pero va construyendo el camino para aquello. Para avanzar a la reconciliación hay que identificar y asumir las rupturas, si queremos encuentros hay que identificar y asumir los desencuentros, empezando por las reparaciones a los afectados. Nuestra vocación, tarea y compromiso como estudiantes y profesionales cristianos es sumarnos de manera esperanzada, desde nuestros campos de acción académica, profesional, eclesial y ciudadana, al proyecto de Dios del bienestar integral para la creación entera.
Josué Olmedo
Josué O. Olmedo Sevilla actualmente sirve en el equipo de Conectar con la Universidad de IFES América Latina y es parte de la Iniciativa Cosmos y Logos de IFES. Josué sirvió como Director Nacional de la CECE del 2012 hasta el 2019. Odontólogo de profesión. Casado con Ruth Hicks y padre de dos niñas.