Ya estamos a la mitad del mes de diciembre. El calendario del año 2017 está próximo a su cierre y el 2018 por iniciarse. Por lo menos estos calendarios están en cierre y apertura, respectivamente. Pero hay otros espacios que siguen otra marcha, interrumpidos en su camino por los feriados de Navidad y Año Nuevo: los semestres en la universidad, los quimestres de las escuelas, por ejemplo. La CECE como organización vive estas dos dinámicas. Por un lado, estamos “cerrando” el año en cuanto a informes ministeriales, administrativos, contables y financieros, se refiere; pero, por otro lado, los semestres en las universidades están justo a poco más de medio camino, interrumpidos brevemente por las fiestas de diciembre.
A propósito de estos cierres y fiestas, es saludable tomar un tiempo para mirar doxológicamente—es decir, con sentido de gratitud y adoración al Señor—el recorrido ministerial a lo largo de los últimos 12 meses. El viernes pasado circuló ya por varios medios el Reporte Anual 2017 que recoge nuestro ser y quehacer misionero (correos, Facebook, YouTube). Les animo a que lean el Reporte y que lo hagan doxológicamente, celebrando en particular la fidelidad del Señor con la CECE. Su fidelidad se ha mostrado con los estudiantes, los asesores, la Junta Directiva, la Dirección Nacional, y en la provisión de lo necesario para cumplir nuestra tarea de proclamar el evangelio de Jesucristo en las universidades de nuestro país. Sí, estoy consciente que el clima político y económico que vive el país no es el más favorable como para los “lujos” de la gratitud y la adoración. Sí, estoy consciente de que no todo en la CECE marcha sobre ruedas. Pero no celebramos fundamentalmente nuestros logros. Celebramos la fidelidad del Señor. Esto a su vez nos ilumina para consolidar lo logrado y corregir lo deficiente.
En este contexto de cierres y doxología, quiero compartir por este medio una decisión que fue hecha pública en la Asamblea General Ordinaria en el mes de noviembre. Tras varios meses de pensar, orar y tener conversaciones formales con amigos y amigas, incluyendo en estos al equipo de asesores y la Junta Directiva de la CECE, he discernido que es tiempo para dejar la posición de Director Nacional del movimiento.
¿Qué me mueve hacerlo? Me mueve el hecho de reconocer que mis habilidades de liderazgo y gestión ya no son suficientes para el momento que vive la CECE. Otra persona con otro perfil de habilidades de liderazgo es necesaria para seguir proveyendo la visión y dirección que la CECE requiere para seguir cumpliendo su tarea evangelizadora en la universidad y en el mundo laboral. Me mueve también el hecho de reconocer que mi corazón está más en lo pionero, en la formación de personas y en articular una mente cristiana para la universidad y el mundo profesional. ¡Espero estar discerniendo bien! ¿Sale Ruth también? No. En este camino ella ha discernido que está dispuesta a seguir sirviendo formalmente por más tiempo en la CECE. Luego de la salida, ¿qué? Hay la invitación para servir en el Equipo Regional de IFES, pero la misma está todavía elaborándose.
¿Cómo se va a implementar esta transición? Con la presidenta de la Junta Directiva, Irma Padilla, pensamos que el tiempo de transición adecuado para el movimiento es de dos años. Es decir, que la terminación efectiva de mi servicio como director será en diciembre del 2019. Tenemos dos años por delante, y con el favor de Dios y de la comunidad, espero cerrar bien este capítulo ministerial como director que lo inicié al empezar el 2013. ¡Serán siete años! Dios mediante. La Junta nombrará una comisión que se encargará del proceso de transición y la búsqueda, elección e inducción del nuevo director o directora.
Expresemos nuestra gratitud y adoración al Señor por su fidelidad a la CECE en este año, y oremos por el proceso de transición de liderazgo que ha empezado.
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