Gracias por acompañarnos en nuestro recorrido histórico del movimiento estudiantil en Ecuador. Estamos celebrando la fidelidad de Dios en los 30 años de la CECE. Las semanas anteriores exploramos las etapas pionera y de consolidación. Hoy conoceremos personas y momentos importantes entre el 2001 al 2011.
Durante esta década, la CECE vio a varios líderes estudiantiles y Asesores comprometidos, sirviendo en distintas ciudades del país. En 2004, Juan Mayorga terminó su periodo en el rol de Secretario General y fue reemplazado por Lenin Freire quien sirvió en estas funciones hasta el 2013.
La CECE tiene profunda gratitud por las conexiones y hermandad de la familia IFES. Tuvimos la alegría de recibir en 2002 a Ruth Hicks, quien inició su servicio como Asesora Pastoral en Guayaquil, auspiciada por el movimiento estudiantil de Nueva Zelanda, TSCF. También a Stephanie Card, de InterVarsity Canadá, en Quito y David Ford del movimiento de Inglaterra UCCF y misionero de Latin Link, en Ambato.
Agradecemos a Dios por cada uno de los Asesores, quienes sirvieron durante esta década, entre ellos: Sara Proaño y Diego Buenaño en Quito, Cornelio Pinos, Jessica Goyes y Patricia Goyes, en Guayaquil, Holger Donaula y Cornelio Pinos, en Cuenca.
En el 2008, Monserath Macas, estudiante y profesional del movimiento, quien estaba en Riobamba por estudios, retomó el trabajo entre estudiantes de esa ciudad, durante dos años.
Después de servir en Guayaquil varios años, Josué y Ruth Hicks de Olmedo iniciaron su servicio como Asesores Pastorales de la CECE Quito y Asesores Nacionales de capacitación. Josué además dio continuidad al trabajo en Riobamba con el apoyo de Luis Flores. En 2011, Merwin Chávez fue nombrado Asesor de la CECE Guayaquil. Son numerosos los universitarios y líderes estudiantiles que sirvieron en sus universidades y en la Directiva Nacional.
Escuchamos la voz de una de ellas, quien de manera muy emotiva nos cuenta lo que significó el movimiento en esos años de su vida. Verónica De la Torre, se vinculó a la CECE en 1998 y participó en distintos espacios como estudiante y miembro de la Junta Directiva, hasta el 2008. Actualmente, sigue siendo una profesional activa y Socio de Misión.
“La CECE me acogió afectuosa y respetuosamente en un momento de mi juventud, de profunda crisis de pertenencia, de búsqueda vocacional y de fe. Me ayudó a vincular mi fe con la realidad social y política, dándole un nuevo sentido a mi rol en el mundo. Junto a ella reconstruí un norte, un proyecto vital. Recuperé mi respeto por las ciencias, la academia y mi interés por su estudio apasionado y comprometido. Me enseñó la importancia de la exégesis y la hermenéutica para el estudio bíblico, sin abandonar la humildad y mantener la búsqueda de transformación personal en el texto bíblico. Amo profundamente el ministerio de la CECE.
Recuerdo que aquí aprendí a estudiar con seriedad, a prestar atención a las diferentes propuestas de ver el mundo y a apreciar las perspectivas científicas, preguntándonos ¿qué dicen? ¿cómo lo dicen? ¿por qué lo dicen? Descubrí la importancia de valorar al otro. Mi forma de estudiar cambió totalmente, al interesarme en la ciencia como tal. Recuerdo que en los campamentos y encuentros se cruzaban conversaciones con personas como Jorge Atencia, Ziel Machado, Angelit Guzmán, Alvin Góngora, cuya honestidad y reconocimiento de su humanidad, me impactaron. Mirarlos con una espiritualidad profunda, y a su vez, con sus genuinas luchas y sufrimiento, me dio el permiso de expresar emociones y limitaciones propias. Cuánta gratitud a cada uno por su corazón y entrega para las universidades, entre ellos: Juan Mayorga, por su profunda valoración de las personas en sus cualidades y diferencias, así como por su apertura al diálogo. Lenin Freire, en ese entonces Asesor de Ambato, de quién recuerdo con inmenso cariño sus años de servicio, su amistad franca y todas las enseñanzas sembradas en las vidas de tantos.
Fueron fundamentales en mi vida personas como: Edwin Chamorro, Irma Padilla, Daniel Macías, Andrea Olmedo, Josué Olmedo, Ruth Hicks, Diego Buenaño, Sara Proaño, Jessica y Patricia Goyes, Pablo Castañeda, Holger Donaula y Cornelio Pinos entre muchos otros.
La CECE se caracteriza por valorar nuestra cultura, el liderazgo autónomo, el no imponer formas de vivir la fe. Siempre se ha propiciado el diálogo para contextualizar las enseñanzas e interpretaciones bíblicas de otras culturas a la realidad ecuatoriana y latinoamericana. Recuerdo que parte de las noches culturales en los campamentos tenían ese fin, conocer y valorar la cultura y la historia propia para amar nuestra identidad.
Aprendí en la CECE, que la espiritualidad y la fe involucra todos los ámbitos, va mucho más allá que únicamente la oración. La espiritualidad es estar al día con las cuentas, con las regulaciones de la ley, con la seriedad de los procesos administrativos, la planificación de las actividades, buscando la guía de Dios en cada proceso.
Con la CECE y estos diálogos, descubrí mi vocación. Fue una redefinición de mi vida como cristiana, no ser alguien que huye, sino alguien que dialoga, que está presente”.
¿Te uniste al movimiento estudiantil durante este tiempo? ¿Cómo era el Grupo Universitario en el que participaste? ¿Cuál fue la huella que dejó la CECE en tu vida? ¡Cuéntanos!
Andrea Utreras
Psicóloga Clínica de la Universidad de las Américas. Trabaja como Asesora de la CECE en la ciudad de Quito, acompañando a Grupos Universitarios. Y es parte del equipo coordinador de jóvenes universitarios Contracultura Cristiana (C3) en la Iglesia Evangélica de Iñaquito.