En el EFE exploramos más del carácter de Daniel y hoy compartimos parte de las reflexiones del capítulo 10, en el que, la primera oleada de exiliados regresó a su pueblo bajo Esdras (Esdras 1-2). Daniel no regresó con ellos debido a que tenía una edad avanzada de unos 84 años. Él podía servir de mejor manera a los exiliados desde su alta posición en el gobierno. Ya han pasado un poco más de 70 años desde que el joven Daniel salió de su nación bajo el imperio Babilónico, pero a pesar del paso del tiempo, sigue teniendo la misma esencia. 

Daniel estaba a punto de recibir una gran revelación sobre la persecución y prueba para el pueblo de Israel. Este período de conflicto y aflicción iba a ser largo y agotador. El texto menciona que, nuestro protagonista estuvo afligido por tres semanas. Algunos piensan que esta aflicción se debió a que sólo unos pocos judíos habían regresado con Esdras del exilio. Otros creen que fue por la oposición a reconstruir el templo. Daniel, se contuvo de disfrutar de los mejores alimentos y de ungirse. Parece que, él experimentó una forma de luto por la situación de su pueblo. 

¿Será que la situación de nuestra nación nos duele mucho a tal punto de sentir lo que sintió este hombre? 

Es en este contexto que el autor tiene una experiencia sobrenatural con un ser angelical (v.5-6), con una vestimenta de lino señala pureza y sencillez, como debe ser la apariencia de los sacerdotes, de los ángeles y de los santos que menciona Apocalipsis 7:9. La descripción de su rostro, ojos, manos y pies manifiesta su majestuosidad. El poder de su voz expresa su autoridad. Esta experiencia es muy parecida a la que tuvo Juan en Apocalipsis 1. Es por esta razón que algunos dicen que este hombre era Jesús, otros biblistas consideran que es un ángel. Sólo Daniel logró ver a este ser, sus compañeros no. Más bien, huyeron del lugar porque se asustaron de haber presenciado algo que no comprendieron, y aquí se menciona que Daniel quedó SIN FUERZAS Y EN SOLEDAD. 

Daniel ya había tenido experiencias con ángeles, según el capítulo 6, pero esta vez se sintió desfallecido y solo. Puede que la tristeza de 3 semanas esta vez se refleje físicamente quitando fuerzas de su cuerpo. ¿Cuántas veces la depresión y soledad nos quita el ánimo para poder levantarnos de nuestra cama o salir de nuestro cuarto?  

Esta parte de la historia nos enseña que, quienes nos acompañan no siempre se van a quedar con nosotros. Daniel es un hombre que tiene una buena relación con Dios, pero eso no le libró del desfallecimiento y la soledad.  

El texto dice: “pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. Y he aquí una mano me tocó, hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mi mano” (vs. 9-10). 

Frente a este tipo de experiencia es imposible mantenerse de pie. Con esto Daniel puede comprender que, a pesar de ser alguien de mucha influencia en los diferentes imperios, frente a este ser es alguien sin fuerzas. Nuestra experiencia delante del Señor nos refleja que somos tan vulnerables como seres humanos.  

El ángel habla y le dice: “Daniel, eres muy preciosos para Dios” (v.11). Me hubiese encantado leer esta versión cuando era adolescente, ya que en esta parte de mi vida la baja autoestima fue muy agresiva conmigo. Pero ahora tenemos esta hermosa promesa de que somos sus “preciosos”; y es porque somos su diseño especial. 

Luego el ángel dijo: “Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras yo he venido” (v. 12). 

Es interesante saber que la oración de un hombre hizo venir a dos ángeles de alto rango. Uno vino con un mensaje y el otro a pelear para que ese mensaje llegue. Hay respuesta desde el primer día, pero ¿por qué no llegó el mismo día? El texto nos dice que un ser espiritual se opuso y el autor lo llama “el príncipe de Persia”. Hay un mundo espiritual en conflicto constante. Dios actúa enviando respuesta a la oración, pero el enemigo se opone. Pero Daniel continuó haciendo lo que mejor ha hecho durante toda su vida: Orar. 

Después de que Daniel ha escuchado sobre la oposición que hubo para tener respuesta de su oración aparece uno semejante al “hijo del hombre” y le tocó sus labios. Fue en ese momento cuando él pudo abrir su boca y hablar. Sus palabras fueron honestas: “Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores y no me queda fuerzas, ¿cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor?” (vs. 16-17). 

Una vez más Daniel es tocado y fortalecido. ¿Cuántas veces el toque del Señor nos ha fortalecido cuando pensamos dejar todo porque no podemos más?  

Daniel escucha que le dice: “muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate” (v. 19). ¡Qué hermoso es que la palabra del Señor sea nuestra fortaleza! Cuando estamos en la presencia de Dios reconocemos que no nos quedan fuerzas, y es aquí donde nos damos cuenta qué tan débiles somos. Pero somos fortalecidos por Él.  

Al final dice que Miguel es el príncipe de su pueblo, y aquí nos hace recordar que, aunque parezca que en la tierra somos humillados y débiles, en los cielos tenemos a un representante más poderoso que todos. 

Así que, precioso, preciosa, muy amado, muy amada, no temas porque yo estoy para librarte dice El Señor. Es mi oración que el Señor, muestre señales de esperanza cuando en los retos que afrontamos el temor, el quebrantamiento y el dolor nos invada. Que su Palabra verdadera sea nuestro ánimo frente a los conflictos grandes. 

 Lizandro Bravo

Lizandro Bravo

Lizandro está casado con Glenda, tiene un hijo. Estudió Ingeniería Comercial en la Universidad Estatal de Guayaquil. Es uno de los Asesores Pastorales de la CECE. Además, es facilitador de redes eclesiales en sectores vulnerables. Pastorea junto con su esposa la iglesia Evangélica Expansión de Dios.