¿Qué tiene que decirnos Job a nuestro contexto estudiantil sobre la integridad, el sufrimiento y la sabiduría? ¿Cómo nos acompaña Job desde su vivencia de oscuridad, dolor y preguntas honestas a Dios? Hoy comparto un resumen de una plenaria compartida en el Encuentro de Formación de Estudiantes (EFE).
INTEGRIDAD
¿Qué es la integridad? ¿Qué aprendemos de la integridad en la vida de Job?
Los primeros versos del libro describen a Job y nos dan algunas marcas de la integridad:
“En la región de Uz había un hombre recto e intachable, que temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job. Tenía siete hijos y tres hijas; era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, y su servidumbre era muy numerosa. Entre todos los habitantes del oriente era el personaje de mayor renombre” (Job 1:1-3).
Job era recto, intachable, temía a Dios y vivía apartado del mal. ¿Esto quiere decir que Job era perfecto o sin pecado? No creo, pero a través del desarrollo de la narrativa podemos evidenciar tres características de Job de los cuales podemos aprender.
Primero, Job vivió en una relación cercana de honrar y conversar con Dios.
“Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido en su corazón a Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana” (Job 1:5).
Para Job, ofrecer un sacrificio, era el rito para pedir perdón por algún pecado y mantener su relación cercana y transparente con Dios. En los capítulos Job del 3 al 40, incluso en medio sus momentos de protesta y cuestionamiento, Dios sigue siendo su referente y quien busca justicia, refugio y consuelo. Segundo, Job buscaba hacer lo correcto y que sus motivaciones de corazón y acciones fueran alineadas con Dios y su proyecto del Reino. Dios mismo dice de Job: No hay en toda la tierra nadie tan bueno como él. Siempre me obedece en todo y evita hacer lo malo. (1:8, 2: 3)
Tercero, en Job se veía coherencia entre palabras y acciones: era un hombre respetado en lo privado y público, llevaba una vida ética y solidaria. “Entre todos los habitantes del oriente era el personaje de mayor renombre” (Job 1:1-3).
¿Qué aprendemos sobre el sufrimiento desde la vida de Job?
Cuando pensamos en el sufrimiento, pensamos en Job. El libro cuenta que Job sufrió cinco tragedias: robo de sus pertenencias, un rayo cayó sobre sus bienes y empleados, atacantes destruyeron su capital, un fuerte viento mató a sus hijos, y su salud fue devastada (Job 1:13-20). ¿Te suena familiar? Si nos ponemos a pensar más ampliamente en la gran narrativa bíblica, no hay personaje que no sufre: Noemí, Ruth, Jeremías, el pueblo de Israel en exilio, Pablo, Pedro y el mismo Jesús.
¿El sufrimiento es inevitable para el ser humano? Mientras vivimos entre la creación y la nueva creación todo ser humano va a experimentar sufrimiento, dolor, tristeza, pérdida.
¿Por qué? Vivimos en un mundo caído, fracturado en todo nivel por el pecado, que afecta a nivel individual, social y a la misma creación. Hay varias maneras en que se manifiesta el pecado: en las acciones dañinas intencionales de otros; en la injusticia, opresión y maldad histórica y estructural que sigue provocando dolor, desigualdad y ciclos de violencia; en las catástrofes naturales o crisis globales fuera del control humano; y a veces, como consecuencia de errores o malas decisiones nuestras.
En la creación, Dios afirmó que todo lo creado era bueno: “Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno” (Gen1:31). Mirando hacia el futuro, en la nueva creación, Dios restaurará todo lo distorsionado por el pecado como se describe en Apocalipsis 21:3-4:
“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues ya el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Aquí es donde Dios vive con su pueblo. Dios vivirá con ellos, y ellos serán suyos para siempre. En efecto, Dios mismo será su único Dios. 4 Él secará sus lágrimas, y no morirán jamás. Tampoco volverán a llorar, ni a lamentarse, ni sentirán ningún dolor, porque lo que antes existía ha dejado de existir”.
Dios, por medio de Jesús, ha inaugurado esta reconciliación y nos invita a ser agentes de reconciliación de su Reino. ¿Cómo entonces debemos vivir con esta realidad de sufrimiento?
Algo que he observado leyendo los 38 capítulos de discursos y polémica entre Job y sus amigos, es que la realidad y el proceso de sufrir, cuestionar y ser acompañado, es afirmado. La narrativa no salta del capítulo 1 al final feliz del capítulo 42. Job y sus amigos nos ayudan a desenredarnos de respuestas fáciles, simplistas o escapistas. ¿Job fue exento del sufrimiento por ser intachable? No. ¿Jesús escapó el dolor y tristeza de la vida humana? No. Job nos ofrece un vocabulario para lamentar el mal, para expresar nuestro dolor y como ser acompañado.
Job el inocente que sufre nos apunta hacia Jesús, el inocente que llevó la maldad del mundo en la cruz. La acción de Dios en la cruz es lo que nos permite tener esta relación con Dios.
Dios se hizo humano y se hizo vulnerable en la cruz sufriendo por nosotros y con nosotros. Solo un Dios sufriente nos puede ayudar. Como discípulos de Jesucristo viviendo a la luz de la nueva creación por venir, podemos vivir nuestro sufrimiento en una manera distinta.
Primero, podemos experimentar nuestro sufrimiento con la seguridad de que el dolor y desesperanza que vivimos, no tienen la última palabra y que en la nueva creación no habrá tristeza ni dolor. Podemos mirar nuestra realidad actual a la luz de una perspectiva eterna.
Segundo, no es necesario sufrir en soledad. Dios mismo nos ofrece su presencia por medio de su Espíritu Santo, su Palabra y por medio de personas que nos escucha, nos acompaña y nos cuida. Igual como el Salmista podemos afirmar: “Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra” (Salmo 121:2)
¿Qué aprendemos de ser sabios desde la vida de Job?
Recordemos que Job en uno de los cinco libros del género de sabiduría en la Biblia: Proverbios, Cantar de Cantares, Salmos, Eclesiastés y Job. Cada libro ofrece una perspectiva distinta en cuanto a la sabiduría, en conjunto ofrecen una guía de cómo vivir siendo sabios. Hay tres marcas de la sabiduría que observo en la vivencia de Job.
Primero, fue capaz de hacer sus preguntas honestas a Dios sin dejar de confiar y buscarlo.
Segundo, Job estaba dispuesto a escuchar y ser acompañado por una comunidad. Incluso con todas sus fallas y equivocaciones, sus amigos permanecieron siete días y noches en silencio, haciéndole compañía. (Job 2:13) Aunque los amigos se equivocan en sus conclusiones teológicas y su intento de razonar sobre las causas del dolor de Job, es hermoso ver la restauración que trae Dios a los amigos. Dios le pide Job que ore por ellos y que ellos deben ofrecer un sacrificio. El sabio buscar vivir en comunidad y permite que Dios restaure las relaciones que han provocado dolor.
Tercero, Job reconoce sus limitaciones como ser humano frente a su Dios creador y soberano. Hay tanto conocimiento y elementos del universo todavía por descubrir, hay elementos de misterio que van más allá de la experiencia o conocimiento humano.
“Job respondió entonces al Señor. Le dijo: Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender, de cosas demasiado maravillosas que me son desconocidas” (Job 42:1,3)
Les invito a aprender de Job: ser íntegros, sabios y vivir nuestro dolor a la luz de la nueva creación.
Ruth Hicks
Ruth es de Nueva Zelanda y vive en Ecuador 18 años. Está casada con Josué y tiene dos hijas. Sus estudios son en Fisiología y Nutrición, Desarrollo Comunitario y Teología. Ha trabajado con universitarios por 20 años, y actualmente sirve como Directora Nacional de la CECE.