En el presente artículo intentaré relacionar algunos pasajes bíblicos con los principios fundamentales que rigen la contabilidad y, a su vez, compartiré algunas consideraciones relacionadas con la ética, tomando en cuenta las implicaciones de “amar a Dios con todo mi corazón” (Deut. 6:5) desde esta profesión.
Empezamos diciendo que la contabilidad es una disciplina que se encarga de estudiar y analizar la situación financiera de una organización, con el fin de facilitar la toma de decisiones, a partir de la información presentada de forma sistemática y útil para las partes interesadas.
Pensando en este concepto, ¿será que podemos encontrar en la Biblia aspectos relacionados con la contabilidad? Presento a continuación algunos elementos como punto de partida para su análisis y reflexión.
En la creación (Génesis 1:1-31)
Una mirada a la creación nos muestra el aprecio de Dios hacia el orden. En el primer verso, a modo de balance inicial, se muestra al desorden imperando. Sin embargo, al final del capítulo, Dios ha transformado todo ese caos en orden; ha puesto cada cosa en su lugar; y en su balance final, agrega una nota que revela “todo lo creado es bueno en gran manera”.
Por otro lado, el registro de cada suceso de forma cronológica expone el aprecio de Dios por la sistematización de la información y su presentación de forma esquematizada. Es así como, cada elemento de la creación ha sido identificado, reconocido y registrado cuidadosamente.
José y el Faraón (Génesis 41:1-36)
La historia cuenta que el Faraón ha tenido un sueño y no lo entiende. José lo interpreta y descifra su significado; pero no solo eso, también es capaz de asesorar al Faraón con la mejor decisión. La revelación de cierta información se convierte en un elemento clave para la toma de decisiones (financieras).
Además, José identifica en el sueño un peligro, una amenaza: “las vacas flacas”. Al ser un hecho de importancia relativa[1], le sugiere al Faraón realizar algunas provisiones, procurando así reducir significativamente el impacto del evento y de esa manera asegurar la continuidad de la nación. Esto me recuerda al principio de negocio en marcha[2]. La sostenibilidad financiera de una institución no sería posible sin toda la información que el área contable aporta para la toma de decisiones.
Contadores que habitan en las alturas
Todos sabemos que los mayores desafíos en el ejercicio de la profesión contable están asociados con temas de ética e integridad. En esta segunda parte tomo como referencia el texto de Isaías 33:15-16, cuyos versículos muestran las implicaciones de una vida íntegra “el que camina en justicia, habla lo recto, el que aborrece las ganancias de violencia…éste habitará en las alturas”.
Uno de los PCGA[3], el principio de equidad, apela el sentido de lo ético y lo justo en la presentación de la información. Sabemos que llevar los registros contables en una organización demanda una gran responsabilidad y a la vez un sentido amplio de justicia, pues procuramos asegurar que la información presentada refleje la situación real de la organización, minimizando las posibilidades de error y fraude.
En momentos como los actuales donde los atajos y las salidas fáciles están a la orden del día, ese llamado a vivir con integridad es cada vez más indispensable. Frecuentemente, las personas acuden a preguntar si “se puede hacer esto”, “si se puede lo de acá”, “y que tal si pone esto”, “si cambia aquello”, etc. Constantemente estamos siendo desafiados a ceder ante propuestas que implican alteración de cifras, omisión de procesos, cambios de cuentas, falsificación de información, entre otros.
En mi experiencia, hace algunos años, esto significó renunciar a un trabajo con prácticas deshonestas. En la actualidad, significa preguntarme constantemente ¿Lo que estoy haciendo es justo? ¿La cuenta que estoy usando es la idónea? ¿El cálculo efectuado es el correcto? ¿Esta decisión es razonable? ¿Estoy procurando vivir como quien “habitará en las alturas”? o ¿mis prácticas cotidianas están reflejando lo contrario?
La siguiente parte del texto en Isaías menciona “quienes han cerrado sus ojos para no hacer cosas malas, quienes han rechazado las ganancias deshonestas, aquellos habitarán en las alturas”.
Que Dios trabaje en nosotros cada día para amarlo con todo el corazón y ser contadores que “habitarán en las alturas”.
[1] Este principio se refiere a la relativa significación o mérito que pueda tener una cosa o evento. La contabilidad debe reconocer y presentar los hechos económicos de acuerdo con su importancia relativa.
[2] El negocio en marcha es un término contable para una empresa con recursos necesarios para seguir operando sin la amenaza de una liquidación en el futuro previsible.
[3] Los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados (PCGA) son en resumen los parámetros que rigen el ejercicio de la profesión contable.
William Murillo es Asesor de la CECE. Graduado en Contaduría Pública Autorizada por la Universidad de Guayaquil. Trabaja como Contador en el Centro Cristiano Esperanza de Bastión. Ha realizado trabajos de auditoría interna en el Instituto Bíblico Luterano Ecuatoriano. Además, es profesional en libre ejercicio con instituciones sin fines de lucro y personas naturales.