La Ley Orgánica de Emprendimiento e Innovación del Ecuador (2020), define al emprendimiento como: “un proyecto con antigüedad menor a cinco años que requiere recursos para cubrir una necesidad o aprovechar una oportunidad y que necesita ser organizado y desarrollado, tiene riesgos y su finalidad es generar utilidad, empleo y desarrollo”. Por tanto, se puede deducir que el principal objetivo al crear un empresa es generar: utilidad, empleo y desarrollo; entonces la motivación para ser emprendedor ante todo es una decisión llena de interés por el prójimo y  amor a Dios.

Me encuentro en el mundo del Emprendimiento e Innovación del país alrededor de cuatro años y al inicio de este recorrido no entendía cómo este tema se vinculaba con mi fe. No fue hace mucho, que las piezas fueron encajando y he podido aprender algunas cosas impresionantes de cómo amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la fuerza a través del emprendimiento; y como éste, enfocado de la manera correcta, es agradable ante los ojos del Señor. Quiero compartir con ustedes algunas de mis reflexiones:

  1. Nuestro manual de vida, la Biblia, es un libro de administración de empresas y manejo de negocios, en dónde Dios nos enseña cómo reflejar amor a nuestro prójimo a través del manejo honesto de un emprendimiento. El libro del año, contiene varios versículos sobre este punto, comparto uno: Deuteronomio 25:13-14 (NTV) “Usa balanzas exactas cuando tengas que pesar mercadería. Y que tus medidas sean completas y legítimas”.
  2. Nuestro Dios ha demostrado ser emprendedor, esto lo he analizado en el taller “Emprendimiento al Servicio del Reino” ofrecido hace unas semanas. Esa es una de las más grandes reflexiones que puedo compartir; somos hechos a la imagen y semejanza de un Dios creativo, de un Dios emprendedor; que por ser amor nos creó a nosotros, a todo lo que nos rodea y nos dio la gran tarea de administrar su bella obra, “Sean fructíferos y multiplíquense..” Génesis 1:27 (NTV) ¡Demostremos nuestro amor al Señor siendo siervos fieles!
  3. En los talleres se enseña a las personas que deben emprender en algo que los apasione y que esta pasión existe porque tienen el talento o la habilidad para diseñar algo en especial ¿No se les hace esto familiar? Estamos llenos de dones y talentos que el Señor en su gracia nos ha dado a cada uno de nosotros. Qué mejor manera de demostrar nuestro amor, al poner en práctica lo que Él nos ha dado para beneficio de mi prójimo.
  4. El inicio de un emprendimiento es la identificación de un problema a resolver, un problema que tiene un grupo de personas y que con la solución que presento en mi negocio, resuelvo su situación actual. Esto refleja mi cumplimiento, no solo al mandamiento más importante, “Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas” (Deuteronomio 6:4-5), sino al segundo mandamiento más importante “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39 NTV). Iniciar un emprendimiento identificando cómo puedo mejorar la vida de mi prójimo es la muestra de amor hacia el Señor y su creación.

Mi trabajo diario es asesorar a emprendedores, hablo con personas que desean iniciar un negocio todos los días y ahora, por la crisis que vivimos por la COVID-19, las asesorías han aumentado. Mi compromiso es reflejar mi amor a Dios en los consejos que doy, para que el emprendedor encuentre la manera de poner al servicio de los demás sus talentos, tenga en mente que su negocio debe beneficiar al prójimo y que, por sobre todas las cosas, debe ser honesto en el mundo de los negocios.


Daniela Larrea, Ing. Negocios Internacionales de la Universidad De Las Américas, actualmente está cursando una maestría en Innovación para el Desarrollo Empresarial del Tecnológico de Monterrey. Es Especialista de Emprendimiento e Innovación en la Corporación de Promoción Económica ConQuito y Directora Nacional en Ecuador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo del Comportamiento Emprendedor -“Empretec”.