En esta edición extra del blog de la CECE comparto con ustedes la reflexión bíblica que desarrollé en la celebración del Día Mundial del Estudiante de la CECE Quito, que tuvo lugar en la Sala de Simulación de Audiencia 1 de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central del Ecuador.
En el corazón de la celebración del Día Mundial del Estudiante está la oración. Todo el rango de oraciones – acción de gracias, intercesión, lamento, reclamo, etc. – para entrar en comunión con el Señor y su obra en la IFES. El lema escogido para este año es “Algo nuevo…” que se inspira en Isaías 43:19.
Me alegra que en esta ocasión este evento se lleve a cabo en la Universidad Central. Al dirigirme hacia esta sala recordaba que más o menos hace dos décadas, al igual que ustedes también facilitaba un grupo universitario en mi facultad (Odontología) y encaraba los mismos retos que ustedes tienen al intentar vivir y compartir a Jesucristo. Tuve mis logros y derrotas. Recordaba también que hace unos años, cuando era asesor de la CECE Quito, acompañaba un grupo universitario que se reunía a unos metros de aquí en la Facultad de Filosofía. ¡Buenos tiempos!
Quiero compartir una reflexión basada en una porción de las Escrituras que explora la relación entre lo ‘nuevo’ y la oración. Por favor me acompañan en la lectura de 2 Tesalonicenses 1:11-12. “Con este fin oramos siempre por ustedes, pidiendo a nuestro Dios que los haga dignos del llamamiento que les hizo, y que cumpla por su poder todos los buenos deseos de ustedes y los trabajos que realizan movidos por su fe. De esta manera, el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado por causa de ustedes, y él los honrará conforme a la bondad de nuestro Dios y del Señor Jesucristo” (DHH).
Esta oración tiene tres elementos. El apóstol Pablo ora para que estos creyentes sean dignos del llamamiento de Dios, ora para que Dios lleve a plenitud los buenos deseos y trabajos, y ora para que Jesucristo sea honrado y que los creyentes sean honrados en él. Pablo ora para que los creyentes en Tesalónica vivan a la altura del llamado de Dios a seguirle, que se cumplan por el poder de Dios los buenos deseos y obras que tienen inspirados por su fe, y que el nombre de Jesús sea glorificado. Vamos a concentrarnos en esta ocasión en el segundo elemento de esta oración. Pablo ora para que el Señor con su poder lleve a plenitud los buenos deseos y trabajos motivados por la fe de los creyentes en Tesalónica.
De esta oración podemos desprender las siguientes observaciones. La primera es que Pablo cree que como creyentes tenemos la capacidad de sentir y hacer algo nuevo (deseos y trabajos). ¡Y es así! El Señor ha puesto dicha capacidad en nuestra vida a través de su Hijo y de su Espíritu Santo. Hay nuevos deseos y obras en la vida del creyente. Hay buenos deseos y obras que compartimos con los no creyentes –estas son parte del llamado universal del Señor a toda la humanidad a cuidar de la creación—, pero otras son propias y exclusivas del creyente, por ejempo como adorar al Señor, compartir el evangelio, hacer discípulos, amar al enemigo buscando su bien, escudriñar las Escrituras y orar, nuestra visión teológica del ser humano y del mundo, y otras más.
La segunda observación es que si tenemos la capacidad de sentir y hacer algo nuevo (deseos y trabajos), entonces podemos vivir de manera diferente superando desaciertos y conductas pecaminosas del pasado. Si antes vivíamos des-integrados, ahora tenemos la capacidad de vivir integrados gracias a los nuevos deseos y trabajos sembrados por el Señor en nosotros. Si antes vivíamos des-integrados en el manejo del tiempo, sexualidad, dinero, relaciones interpersonales, historia personal, preocupación y acción por los vulnerables, preocupación y acción por la justicia, entusiasmo por compartir el evangelio, y otras más, ahora tenemos la capacidad de vivir cada vez con más integridad en estas y otras áreas de nuestra vida. Por eso el profeta Isaías proclama este mensaje de Dios a su pueblo: “¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados” (Isaías 43:19, NVI). El Señor tiene la capacidad de hacer algo nuevo en medio del desierto y la desolación.
Una tercera observación es que el apóstol Pablo cree que es posible que estos buenos deseos y trabajos lleguen a concretarse. Pablo dice en el lenguaje original ‘que lleguen a su plenitud’, es decir que lleguen a dar fruto, a madurar, a producir, a concretarse. Pablo afirma que es el poder de Dios lo que hace posible que estos nuevos y buenos deseos y obras se lleven a cabo. Tenemos la capacidad de buenos deseos y buenas obras, pero dependemos del poder de Dios para que se vuelvan realidad.
Una cuarta observación es que el apóstol Pablo cree que debemos guardar y cultivar estos buenos deseos y trabajos en oración. Pablo ORA por los tesalonicenses para que Dios en su poder lleve a su plenitud los buenos deseos y buenas obras inspiradas en la fe que tienen los tesalonicenses. Los buenos deseos y buenas obras pueden fácilmente esfumarse, son frágiles, son pequeñas. Hay que depender del poder del Señor, además hay que guardarlos y cultivarlos en oración. Pablo ora en favor de los tesalonicenses con esta intención, según estos versos; pero también pide a los tesalonicenses que oren en su favor para que el mensaje del evangelio corra, la gente responda y por protección, según 2 Tesalonicenses 3:1-2. ¿Cuántos buenos deseos y buenas obras motivadas por la fe se nos han ido de las manos? Respondernos con seriedad esta pregunta puede ser abrumador. ¡Qué el Señor tenga misericordia de nosotros, y recordemos que nuestra esperanza es la cruz de Cristo! La pregunta apunta a animarnos a guardar y cultivar los buenos deseos y buenas obras en oración. Inspirado por tu fe en Jesucristo, ¿quieres ser un mejor estudiante? ¡cultívalo en oración!, ¿quieres compartir el evangelio en la U? ¡cultívalo en oración!, ¿quieres desafiar y cambiar algo injusto en la U? ¡cultívalo en oración! ¿quieres abandonar un mal hábito y abrazar uno saludable? ¡cultívalo en oración! Lo reitero: respecto de buenos deseos y buenas obras, dependamos del poder del Señor y cultivemos estos en oración.
Este mismo principio lo podemos ver ilustrado en algunos personajes del libro de Génesis. Adán y Eva recibieron algo nuevo y bueno: el cuidado de la creación, para esto estuvieron en conversaciones con Dios –una forma de oración. Noé y su familia recibieron algo nuevo y bueno: retomar y continuar con el cuidado de la creación, para esto elevaron un altar para dirigirse al Señor. Abraham recibe algo nuevo y bueno: el proyecto de bendecir a las naciones de la tierra, para esto construye un altar y adora al Señor. Jacob recibe algo nuevo y bueno: velar por la promesa retornando a su tierra y reencontrándose con su hermano, lucha con Dios y en ese encuentro se vuelve un hombre de oración.
Una vez más, y con esto termino: los buenos deseos e ideas de buenas obras hay que guardarlos y cultivarlos dependiendo del poder del Señor y en oración.