En la política la retórica, aunque es una habilidad necesaria, usualmente desorienta. Por ejemplo, ningún país que lleva el título de “democrático” y/o “socialista” es democrático o socialista en ningún significativo sentido.
De manera similar, los Estados Unidos y el Reino Unido no solo que están divididos profundamente divididos políticamente, sino que son los más desiguales económicamente entre todos los estados industrialmente desarrollados (OECD, por sus siglas en inglés). Esa desigualdad económica continúa ensanchándose a un ritmo aterrador cada año. La familia más rica en los EEUU (los dueños de Walmart) tiene activos cerca del monto de los $90 billones, que resulta ser el ingreso combinado de los 40% más pobres de los estadounidenses, algo así como 120 millones de personas.
La semana pasada se vio no solamente al Senado de los EEUU apoyar el recorte de impuestos propuesto por Trump para los ricos (quienes esconden sus impuestos en paraísos fiscales offshore, de todas maneras), sino también se vio la renuncia de toda la Junta de la Comisión de Movilidad Social del Reino Unido. La razón para tal renuncia dada por el Presidente de la Comisión fue la masiva y frustrante brecha entre la retórica política y la acción política cuando se debe encarar la deslumbrante inequidad en la sociedad británica.
Aquellos de nosotros que la semana pasada transitamos en las salas de espera de los aeropuertos seguro estuvimos sujetos a la inevitable e implacable cortina de humo de la CNN acerca de Michael Flynn y la investigación del caso Mueller acerca del supuesto involucramiento de Rusia en la campaña de Trump. Todo el resto de noticias fueron desplazadas. ¿Por qué al mundo debería importarle el involucramiento ruso en las elecciones presidenciales estadounidenses cuando los EEUU han estado interfiriendo en las elecciones de varios países desde la Guerra Fría, incluso al punto de liquidar a políticos que los consideró peligrosos para los intereses estadounidenses?
Solo tomemos el caso de Nicaragua. La administración Reagan armó y entrenó a los Contras, quienes buscaban expulsar al gobierno sandinista elegido democráticamente. Los Contras estaban codo a codo con los capos nicaragüenses de la droga, de quienes obtenían el financiamiento para comprar armas de la CIA. La CIA, a su vez, protegía a estos capos de las autoridades competentes de EEUU mientras vendían cocaína en las calles de Los Ángeles u otras ciudades estadounidenses. La conspiración de los Contra fue eventualmente expuesta y los planes de Reagan fallaron. Pero su “guerra en contra de las drogas” logró su verdadero objetivo: sacar de las zonas marginales a jóvenes afroamericanos y ponerlos en la cárcel.
Cuando pregunté a un antiguo líder de una organización cristiana en una universidad estadounidense acerca de ayudar a promover mis libros entre su equipo, el respondió diciendo, “Estoy frustrado de que mi equipo no está leyendo libros”. Luego añadió, “Hay también algunas cosas en tus escritos que muchos americanos encuentran difícil de aceptar”. Yo estaba sorprendido y solo pude articular una débil réplica, “¡Hay muchas cosas en el Nuevo Testamento que encuentro difícil de aceptar!”. Pero debo aceptarlas o sino morir.
Hablando de muerte, mi amada esposa, Karin, parece estar en la fase terminal de su cáncer. No sabemos cuánto tiempo más tiene, pero estamos pensando en términos de semanas y meses más que en años. Mi oración es que ella viva los últimos días de su vida en la misma manera en que los ha vivido antes: con una mente clara, amando a Jesús y cuidando a otros, siempre leyendo libros y aprendiendo, disfrutando la belleza de la creación, y por supuesto, con un mínimo de dolor.
Recién celebramos nuestro décimo noveno aniversario de bodas. Lo que nos unió fue una visión compartida de la vida cristiana, lo que incluía una pasión por la justicia social y un apetito insaciable por aprender. Nosotros empezamos cada día juntos con un tiempo de meditación en la Biblia y de oración intercesora, e instintivamente buscamos ver el mundo y el desarrollo de sus eventos “desde el lado inferior”, para usar la evocativa frase de Dietrich Bonhoeffer.
Karin con frecuencia apunta que los típicos libros cristianos sobre el sufrimiento que vienen del occidente lidian con las preguntas de la clase media: “¿Por qué yo?” “¿Por qué malas cosas pasan a gente buena?” El sufrimiento es un intruso incómodo en lo que de otra manera sería una existencia confortable. Pero para la vasta mayoría de la humanidad, el sufrimiento es una realidad cotidiana que solo logra ser parte de los titulares cuando una calamidad natural expone una crasa injusticia que ha estado supurando sin control por décadas.
Irónicamente, yo tuve que predicar sobre “Esperanza en Cristo” en una conferencia estudiantil del Asia del Este en Corea en agosto pasado (pueden ver el video aquí: https://vimeo.com/235359504/022027a994). No dije nada nuevo, menos aún original, pero a Karin le gustó mucho como lo había dicho y la tocó hasta las lágrimas. Ella ha sido mi mejor seguidora, así como también mi crítica más perceptiva.
Ahora es mi tiempo para poner en práctica lo que prediqué.
Por Vinoth Ramachandra
8 de diciembre, 2017
Material Original: https://vinothramachandra.wordpress.com/2017/12/08/walking-the-talk/
El Dr. Vinoth Ramachandra es Secretario de Diálogo y Compromiso Social de la IFES. Vive en Sri Lanka. Este blog representa el pensamiento de Vinoth y tiene por fin ser un recurso para los movimientos de IFES para iniciar y modelar conversaciones sobre diferentes temas. El blog no pretende ser la voz oficial de IFES ni de CECE en las temáticas que trata.
Publicación traducida por Josué O. Olmedo Sevilla, quien junto a su esposa Ruth sirve en la Comunidad de Estudiantes Cristianos del Ecuador -CECE-, movimiento universitario afiliado a IFES.